Que en nuestro tiempo existan Prat Echaurren, Prat Alemparte o Undurraga Prat es un fenómeno sociológico posterior a 1879. Esa
“oligarquización” del apellido es una vieja práctica de segmentos de la clase alta que, vía matrimonial, se
“visten con plumas ajenas”. Se da el fenómeno a dos bandas. Unos –como expresa un viejo refrán-
“ponen la bota y otros, el unto”. Siempre ha sido así. Sin embargo, el héroe de Iquique es Prat Chacón y proviene de un estrato tipificable como clase media rural, ello aunque se busquen –y sin éxito- nobles abolengos en Cataluña. Porque dicho sea de paso, igual que el apellido Prat el apellido Grau son catalanes.
CUNA DE MIMBRE El personaje posee modesta cuna de mimbre y no de oro en la VI
II Región. Nace el 3 de abril de 1848 en Ninhue, un caserío de 5 manzanas, comuna de Quirihue, ubicado entre Chillán, Cauquenes y Parral. Anotan las crónicas que en la Hacienda San Agustín de Puñual. Quizás por ese motivo su nombre inicial es Agustín y luego se anota Arturo. Se traslada después a Santiago viviendo en Providencia entonces periferia rural. De allí “baja” a una escuela pública sostenida por la Sociedad de Instrucción Primaria cuyo director es el ilustre educador Bernardino Suarez. Está ubicada en una calleja que también asumía el nombre de San Diego. Hoy en su honor es conocida no “Prat”, sino“Arturo Prat” y se extiende de Alameda al sur hasta el Matadero.
Hijo de planteles que proporcionan educación gratuita Prat apenas finalizado el ciclo básico, aun preadolescente, aparece matriculado ena Escuela Naval. Su
manager es un tío muy
“movido”, políticamente inquieto y con relaciones sociales. Existe fotografía muy galana. Se le vé, con apenas 10 años, e indumentaria de cadete. Como guardiamarina interviene en hechos bélicos dotados de simbología. En la Guerra contra España 1865-1866 en el combate naval de Papudo que implica la captura de la goleta Covadonga. No es todo, la escuadra aliada representativa de las repúblicas andinas de Suramérica choca con la hispana en Chiloé librándose el combate naval de Abtao. En tal hecho participan tripulaciones chilenas y peruanas y la nota curiosa: en el entrevero intervienen Prat y Grau quienes se enfrentan, casi tres lustros más tarde en la rada de Iquique.
METAS E INQUIETUDES
Entre lo no castrense de Prat se destaca que rinde exámenes libre en el Instituto Nacional Ello le permite matricularse en a Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Chile. En esa Casa de Estudio obtiene la licenciatura en Derecho. A los 28 años la Corte Suprema de Justicia presidida por Manuel Montt –a la sazón exjefe de Estado- le confiere el título de abogado. Su tesis –“memoria” en la terminología impuesta por Andrés Bello y vigente hasta hoy- es Observaciones sobre la Ley Electoral Vigente. Al revisarla sorprende el espíritu crítico del autor. Allí enjuicia la prácticas espurias de los legisladores de la época en orden a aceptar cargos dispensados por el Poder Ejecutivo. Prat propone incompatibilidades parlamentarias para así
garantizarla autonomía del Poder Legislativo.
Las inquietudes cívicas de Prat se manifiestan –suponemos de modo discreto- apoyando la postulación a la Presidencia de Vicuña Mackenna. Se opone así a la oficialista candidatura de Aníbal Pinto. El exintendente-alcalde de Santiago emprende una campaña hoy diríase“populista”, es decir, ajena a los salones y de cara a la ciudadanía que incluye por vez primera giras a regiones. Convoca a mítines y organiza convenciones. Por primera vez –en un anticipo de lo que será el Cielito Lindo- la incipiente clase media y el artesanado poseen presencia y voz. Por último el delfín de Errázuriz Zañartu se impone dado que el populista don Benjamín se margina de la contienda. Lo interesante de anotar es el “vicuñismo” del héroe. No es una adscripción pública. Tampoco conspirativa, pero la conoce la superioridad de la Armada.
ENFOQUES NO TRADICIONALES
Hay otros datos que indican que palpita el ciudadano tras el militar. En política económica se contrata a un francés –Juan Gustavo Courcelle Seneuil- al cual se le confía la cátedra de Economía Política en la Universidad de Chile y designa asesor del Ministerio de Hacienda. Es una especie de Milton Friedman de la época y, por ende, entusiasta del liberalismo económico frente al cual –como se sabe- reaccionará sin éxito medio siglo después Balmaceda. Prat exhibe arista contestataria al adherir a las doctrinas proteccioni
stas del estadounidense Enrique Carlos Carey y estudia el “Tratado de Ciencia Social” que antecede al alemán Federico Lizt autor del “Tratado nacional de Economía Política” que da fundamento al nacionalismo económico.
Su sensibilidad social y preparación académica lo empuja a oficiar de docente de artesanos y operarios en la Escuela “Benjamín Franklín” presumiblemente sostenida por la masonería porteña. Allí enseña, a nivel básico, Etica, Cosmografía y Botánica. Ya se había echado encima del uniforme la toga magisterial en la Escuela Naval dado cátedra de materias propias de la ciencia náutica. Pese a la supuesta ligazón de aquel plantel con el Gran Oriente es un católico de misa dominical y ¡cosa curiosa! esa fe no excluye su afiliación a esotérico cenáculo espiritista que funciona también en Valparaíso. Otro dato ignorado es que integra la visita a Perú, en 1868, para repatriar los restos de O´Higgins. En ese operativo conoce a Balmaceda quien será el protagonista del drama de 1891.
ESPIONAJE Y POSTERGACIONES
Otro desempeño menos desconocido- es misión que l
e encomienda el Servicio de Inteligencia Naval SIN. Hay fricciones en 1878 con Buenos Aires derivados de la ausencia de hitos limítrofes en la XII región, específicamente, en Tierra del Fuego. Buenos Aires prepara su Campaña del Desierto que antecede a nuestra Pacificación de la Araucanía y la Casa Rosada se propone alcanzar hasta el extremo austral. Así Prat convertido en agente de la inteligencia -camuflado de periodista o abogado- remite informes sobre los preparativos trasandinos de empujar las frontera hacia el sur. Se domicilia en Montevideo e informa a Valparaíso, con regularidad. Se refieren a la flota transadina. Al finalizar su tarea –en parte porque lo detectan y también por el plan de La Moneda en orden a apropiase de covaderas y salitreras de Bolivia presumiblemente en contubernio con el Reino Unido- regresa. Al retornar, con singular probidad extiende una minuta de sus gastos y reintegra dineros no ocupados. Algo hoy verderamente sorprendente que ponen de relieve su honestidad.
1879… Guerra de Pacífico. Las hostilidades implican movilización de la Armada. El traslado de tropas supone barcos. Los oficiales navales marchan en campaña. Prat, sin embargo, por meses queda archivado. El Alto Mando, como se diría ahora,
“no lo pesca ni en bajada”. Aunque ha estado “embarcado” e intervenido en la Guerra contra España y viajado a la Polinesia e incluso, en 1868, lleva a Perú auxilio para damnificados de un sismo e intervenido -como ya se anotara en la repatriación de las cenizas de O´Higgins, no se le considera. Su retraimiento y su distancia respecto a la jarana y el título de jurista, el interés por la lectura –hay testimonios de su afición
por El Quijote de la Mancha- son factores que empañan su imagen como militar. Aun más, la adhesión a la iconoclasta candidatura de Vicuña Mackenna podría haber constituido factores juzgados negativos. También su transitorio desempeño en el SIN lo separa de sus pares y contribuye a su mala fama de
“marino literato” u
“oficinesco”, sin decirlo, lo evalúan un
“semicucalón”. Esos estigmas lo mantienen “anclado”.
EL DESTINO
Su hora llegará después. Al fin es movilizado y se le confía la corbeta “Esmeralda” para bloquear el peruanísimo puerto de Iquique. Lo acompañará su condiscípulo Carlos Condell de La Haza, a la sazón, hijo de peruana perteneciente a familia de Piura, la misma ciudad natal de Grau. Ambos barcos, con sus respectivos jefes, deben impedir que se acerque la escuadra peruana. No obstante, como se sabe, en la madrugada del 21 de mayo se asoman los barcos blindados de la Marina de Guerra de Perú. Tanto Grau como Prat pronuncian arengas. Ambos textos conservados. El combate, por cierto es desigual y Prat muere al intentar abordar el acorazado. Grau confiesa su amargura en misiva a esposa del héroe “en el fragor del combate no pude impedir que fuese acribillado”. Los espolonazos del monitor –hoy surto en Talcahuano- hunden a la “Mancarrona” como se apoda con afecto a la corbeta.
Prat acata hasta el fin la orden de bloqueo. No hay marcha atrás. Rechaza izar bandera blanca. Pareciera que grita como exalumno de Derecho
“¡a lo hecho, pecho!” y su estoicismo lo mantiene aflote por sobre la oceánica angustia propia de situaciones como las que vive. Hay un nubarrón
que opaca su determinación de
“morir con las botas puestas”. En un instante, en medio de ensordecedor, cañoneo le informan que la Covadonga se fuga del teatro de operaciones. La amargura inunda su alma. Se imagina que Condell vulnera lo ordenado. Nunca se sabrá sí es, pero esa evasión trae consigo un combate anexo: Punta Gruesa. Allí la Independencia en su afán de atrapar o hundir a la fugitiva nave, encalla. Es una victoria de Chile quizás fruto del azar. Eso Prat no lo sabrá. Muere sintiéndose desobedecido.
LUCES Y SOMBRAS
Hundida la “Mancarrona” Grau ordena rescatar a los náufragos. Los aprovisiona de coñac y galletas amén de zapatos. La crónica expresa “calamorros” –término en desuso hoy y suplantado por “bototos”- . Condell, en cambio, a los vencidos de la Independencia, los hace blanco de fusilería. Los esmeraldinos difuntos son sepultados con decoro en el cementerio municipal. Los despojos del capitán caído ameritan particular atención al vencedor. Se preocupa –con el apoyo del peninsular Eduardo Llanos- de darle cristiana sepultura. Con prolijidad reúne documentos, fotografías, escapulario y otros enseres y, en un gesto que enaltece a la peruanidad, la espada. Todas estas reliquias son despachadas a Carmela Carvajal –mujer tan notable como su esposo-y ello por su modestia y por jamás usar la figura de su occiso marido con propósitos de lucimiento personal o exacciones al Fisco.
Su contrincante en Iquique es el primero que le confiere el rango de héroe. El 29 de mayo anota
“El valiente comandante de la Esmeralda muere como héroe al emprender abordaje temerario”. El 2 de julio complementa el juicio y deja constancia de la devolución de las prendas del personaje convertido muy pronto en el equivalente, en la Marina, a lo que es O´Higgins en el Ejército. Incluso a Escuela Naval se bautiza con su nombre. La historiografía peruana es respetuosa respecto a Prat. Ha sido nuestro Ministerio de Educación Pública, específicamente, el FONDART quien vilipendia su genio y figura a través de historietas, obra de teatro y referencias hirientes en un texto escolar. Vale la pena añadir: quizás por su ceño
adusto, la calvicie prematura y la barba nuestros alumnos no alcanzan a captar que muere apenas a los 31 años. Hoy -a un siglo de distancia- se aplaude tanto la grandeza moral del héroe de Iquique así como la del héroe de Angamos. No obstante, preferimos contemplarlos en Abtao, como aliados, defendiendo la soberanía suramericana que sabemos no es solo territorial, sino oceánica, financiera, económica y cultural.