La Independencia
¡191 años de la Independencia Nacional!
Independencia
El 15 de septiembre es un día de regocijo nacional – o al menos debería de serlo - por su gran trascendencia histórica; debiendo ser un período obligado de meditación.
¡191 años de la Independencia Nacional!
Naturalmente todos los medios hablan de ello; de su historia y de nuestros próceres, palabra justa para definir a las personas que en 1821 lograron la Independencia de España. El diccionario define a próceres como: "alto, elevado, majestuoso o como una persona importante, noble y de elevada posición social".
Magnífica cogitación de la palabra. Porque básicamente todos los que lucharon por nuestra Independencia, o mejor dicho, de nuestra emancipación de España, eran importantes, nobles y de elevada posición social. El pueblo pobre o de clase media no participó. Por eso la “independencia” no fue una lucha popular. Fue el deseo de los criollos en desplazar a los peninsulares y tomar para sí su liderazgo, como siempre ha sido y continúa siéndolo: la lucha por el poder. Todos los “próceres” eran criollos, excepto uno de ellos, Don Pedro Pablo Castillo, de extracción mestiza; pero vistiéndose como español y hablando sólo ese idioma, el diccionario lo define mejor como ladino. Por eso es tal vez poco conocido. Todo el mundo habla de los otros, con natural demasía. En la Colonia éramos elitistas, clasistas y racistas y lo fuimos aún más con la Independencia y parece que todavía lo seguimos siendo. El racismo es una posición nefasta, pero al mismo tiempo común. Un refrán anónimo lo ridiculiza: "El racismo es como juzgar el valor de un libro por el color de su carátula".
El problema se complica porque muchas veces el racismo no sólo es aceptado por los que se creen superiores sino que también por aquellos a quienes se les llama inferiores, sin serlo.
En la colonia se fomentó una estratificación artificial de la sociedad; lo cual no solo continuó sino que se agudizó con la Independencia y con la venida posterior de nuevas inmigraciones.
Siendo nuestro pueblo básicamente mestizo tiene que considerarse no solo orgulloso de su sangre española (y con ella todo el elemento racial que la conforma, incluyendo un fuerte porcentaje de sangre árabe y judía), sino también debe sentirse orgulloso, de cualquier dosis de sangre indígena o mulata que posea. Considerando que las mezclas son provechosas por la diversidad de genes y que no existen razas inferiores, ni tampoco superiores. Si aceptáramos lo blanco como superior estaríamos renunciando a nuestro elemento indígena y estaríamos aceptando la “superioridad” de alguien más blanco que nosotros.
Esto se llama dependencia o incluso esclavitud mental y de nada nos serviría la Independencia de España ni siquiera el esfuerzo de José Simeón Cañas, exigiendo la emancipación de los esclavos.
¡Que este 15 de septiembre de 2012, sea la fecha de la fortificación de nuestra autoestima y de nuestra Independencia mental! La independencia política y económica vendrían después.
Por otro lado, la Independencia se define como la “situación del individuo o Estado, etc., que goza de libertad y autonomía o bien de la situación de una colectividad que no está sometida a la autoridad de otra".
¿Seremos así realmente independientes o más bien, en este mundo internacionalmente comunicado y totalmente interdependiente; nos podemos al menos conformar de que somos relativamente independientes?
No podemos insistir en una independencia plena, lo que nos volvería solitarios o únicos en el mundo. Tenemos experiencia en serlo. Claro, en situaciones no tan positivas, por cierto. Pero debemos definir que Independencia, es al menos, actuar con identidad propia; sin nacionalismos extremos, pero también sin entreguismo servil.
En su libro, Escritos Políticos y Discursos el Dr. Juan José Arévalo, ex-presidente de Guatemala, manifestaba: “El 15 de Septiembre de 1821, como resultado necesario de la efervescencia continental y para satisfacer aspiraciones largamente acariciadas por los criollos, esta colonia asume su propio Gobierno, a fin de convertirse en un país republicano. Tomaron el nombre de Provincias Unidas de C.A y se consolidaron en un pacto federal".
Y más adelante agrega:
"Pero los celos regionales, casi lugareños, de las zonas distantes que miraban con desagrado el predominio del Estado y de la Ciudad de Guatemala, sembraron la idea del separatismo; explotadas con fortuna por caudillos inferiores. Por otra parte, las guerras intensivas habían socavado la armonía y la unidad nacional y los Estados empezaron a proclamar su Independencia, consumándose el doloroso desmembramiento que acabó con la gran nación centroamericana; para dejar 5 pequeñas repúblicas: Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Guatemala y El Salvador; en el orden de su separación".
El Salvador, último Estado sobreviviente, se constituyó en República en enero de 1841. Amamos a nuestra Patria y la sentimos grande y poderosa, definitivamente porque es nuestra. Hablamos de nuestra Independencia y respetamos su día; apreciamos nuestros símbolos patrios, cantamos nuestro himno con amor y sentimiento, porque somos salvadoreños y nos sentimos orgullosos de ser sus hijos.
Respetamos a nuestros próceres y los consideramos héroes nacionales; sin entrar en aclaraciones históricas anteriormente descritas. El 15 de Septiembre es un día de regocijo nacional por su gran trascendencia histórica. Pero aparte de ese júbilo y especial celebración, tiene que ser un día obligado de meditación.
Tenemos que vibrar en coro por nuestra efemérides histórica, pero también tenemos que sopesar nuestra realidad, conocer nuestras limitaciones y proponernos metas de un futuro esperanzador. No solamente historia sino que también destino. Tenemos que dejar de pensar con la cabeza de otros y dejar de aceptar paradigmas auto impuestos o impedir que nos manipulen los que tienen el poder y los medios para hacerlo.
¡15 de Septiembre! en el 2012, 191 años del día de la independencia patria en 1821.
Siendo todos salvadoreños y reconociendo que todos somos iguales ante la Ley (la de Dios y la de los hombres) no puede haber grupos dominantes ni grupos dominados. El Salvador es de todos.
Debemos puntualizar en este día y recordarlas permanente las famosas palabras de un ilustre luchador de las libertades civiles: "Nadie se nos montará encima, sino doblamos la espalda. O como dicen la Santa Escrituras: de rodillas, únicamente ante Dios; de pie, siempre, ante los hombres".
Nuestra salvadoreñidad refleja el crisol de la mezcla de razas y costumbres; y también nos enseña el pasado y en alguna forma nuestro presente ¿Quiénes somos? ¿De dónde vinimos? ¿Adónde estamos? Pero no nos dice nada de nuestro futuro, de nuestra visión y de nuestras esperanzas. ¿Qué queremos? ¿Adónde vamos?
Debemos comprender que los salvadoreños y salvadoreñas, indistintamente de la mezcla racial que se posea, el color de piel, la condición económica, la tradición familiar y demás condiciones que nos diferencian dentro de esa unidad característica que es nuestra nacionalidad; somos todos importantes y no debemos sentirnos inferiores a nadie. Debemos rechazar en nuestro País estos conceptos caducos que la Sociedad se autoimpone, buscando en los otros, generalmente los diferentes al grupo dominante, sus chivos expiatorios. Incluso muchas veces, a las víctimas se las convierte en victimarios; pero se encuentra un justificativo: Nacieron para servir, para sufrir, o para ser esclavos (y ahora que la esclavitud ha sido nominalmente suprimida; para ser dominados, que en la práctica sigue siendo lo mismo, ó a veces, incluso peor).
El racismo (sentirse superior por el color de la piel; generalmente, entre más rubio y más blanco, mejor) y el clasismo (el que más tiene, más vale) y la nobleza (el mito de la “sangre real” y los “plebeyos”), es algo que se mantiene vigente, en las mentes de los dominantes y –cosa extraña por cierto- también en las mentes de los sometidos. Estos, en vez de unirse, se estratifican aún más, clasificándose en superiores e inferiores, entre ellos mismos. E incluso son los que por servilismo ó dependencia, se encargan por orden de sus patrones, de denigrar a otros grupos señalados, sin darse cuenta que ellos a su vez se encuentran también estigmatizados. Tenemos que mantener en alto nuestra autoestima y saber negociar con los poderosos; tenemos que rehacer nuestro destino.
Como individuos, tenemos que pensar con nuestra cabeza y dejar de ser borregos y evitar que nos manipulen, sobre todo con esos paradigmas no demostrados y esas campañas de desinformación que se ven en el presente, tanto nacionales como internacionales, lo cual no es cosa reciente, sino que ha sido la tónica y sistema, utilizados desde tiempos inmemoriales. De esa forma también se ha cambiado la historia.
Tenemos que lograr también nuestra independencia mental y sentirnos además de nuestro El Salvador “orgullosos, de hijos suyos podernos llamar”.
Si mantenemos en alto nuestra estima y sabemos negociar con los poderosos; si podemos hacer lo que queremos y querer hacer lo que nos conviene.
La Patria entera está dispuesta a la esperanza de ser re-encontrada por sus hijos, hecha por ellos, para sentirse propia. No basta nacer en ella. Hay que hacerla. Y tampoco basta desear morir en ella. Hay que trabajar por ella y para ella; mientras tengamos un aliento de vida. Tenemos que reconquistar a la Patria, detener su deterioro y guiarla por nobles derroteros.
Hay otros 2 grandes eventos que complementan nuestra independencia histórica: la no-anexión con México, a finales de 1824 y la liberación de los esclavos el 31 de diciembre de 1823; ya que no puede haber independencia, sin libertad.
También debemos recordar un penoso y no muy conocido incidente:
Luchamos por no ser anexados por México, pero no por una actitud de independencia, ya que añoramos en ese mismo tiempo ser absorbidos por los Estados Unidos. En efecto, en enero de 1822, a escasos meses de ser declarados independientes de España, se decretó en Guatemala la anexión de Centroamérica a México, con lo cual nuestro País manifestó su desacuerdo, desatándose un conflicto armado. El 5 de diciembre de 1822, un recién formado Congreso salvadoreño decretó la anexión unilateral de nuestro país a los Estados Unidos de América. Manuel José Arce junto a Juan Manuel Rodríguez fueron a Washington a negociar el decreto de anexión. Seguimos nominalmente independientes simplemente porque Estados Unidos no nos quiso. Nuestros próceres ofrecieron a nuestro país en bandeja de plata – algo que continuamente hacemos – pero al menos en ese momento, nos rechazaron.
También tenemos que saber negociar con los grandes; y no enfrentarnos aunque sea verbalmente con países que necesitamos, o podríamos obtener provecho con esa relación. No tenemos que tenerle miedo a nuestra relación amigable con países poderosos como los Estados Unidos o países medianos como Brasil o Venezuela. Los 3 países negocian entre sí, y cuando lo hacen se olvidan de sus diferencias. Mucho se habla en términos peyorativos contra Chávez y la entrada de nuestro país a Petrocaribe; aunque nos simplificaría a la mitad nuestro déficit financiero. Otros hablan contra el imperialismo yanki, y la mayoría de los salvadoreños, incluso de los que protestan teóricamente en contra de los Estados Unidos, emigrarían corriendo si obtuvieran una Visa Americana de Trabajo.
Si una máquina hipotética existiera, donde un salvadoreño entrara con su pasaporte y saliera como americano, con pasaporte de los Estados Unidos y hablando inglés, más del 90% de los salvadoreños lo haría y hasta no les molestaría cambiar el inglés, aunque se olvidaran del español. En ese porcentaje se encuentra una gran cantidad del voto duro de todos los partidos políticos. No tenemos que levantar banderas de política internacional que no nos corresponden. Ni siquiera nos toman en cuenta. Paquito Flores, hizo que el Salvador fuera el 2º o 3er país en declararle la guerra a Irak. Pero en la reunión en las Azores, con los presidentes de los países primeramente beligerantes no se le tomó en cuenta. Se invitó hasta Aznar de España; pero El Salvador, NO. Nuestro presidente debió quedarse tal vez con el smoking puesto, esperando la invitación y nada.
Insisto:
- No debemos intervenir con las naciones que buscan la supremacía sino tan solo debemos buscar nuestra supervivencia.
- No tenemos que tenerle miedo a ningún país, ni a su sistema… tenemos que tenerle miedo eso sí, a nuestra cobardía y a nuestro servilismo.
En este 191 aniversario de la independencia de España, en todos los medios se leen las mismas biografías y anécdotas. Yo no quiero sumar unos minutos más de lo mismo.
Por ello, unos comentarios finales:
¿Seremos capaces de profundizar la senda del progreso o continuaremos con esa historia generalmente desteñida? Tenemos que tener el empuje de la juventud, ese ímpetu ciego, pero poderoso. La juventud no discute sus fuerzas sino las ejerce y hasta las supone; y no duda, si es o no, capaz. Y al mismo tiempo con la serenidad plena de hacer las cosas bien, a través de la experiencia: capacidad de trabajo; capacidad de lucha; posibilidad de éxito.
Sirva esta efemérides para renovar nuevos bríos y viejas esperanzas para un mundo mejor; y para un país – menos dependiente – que piense en su pueblo y que sirva como punto de partida donde todos los salvadoreños y salvadoreñas de buena voluntad, nos dispongamos a luchar dentro de nuestras diferencias e individualidades por un futuro mejor para nuestra querida y adolorida patria.