domingo, 30 de agosto de 2009

SEGURO OBRERO: UN EPISODIO DE LA HISTORIA DE CHILE. 71º ANIVERSARO

Septiembre es mes de conmemoraciones. No sólo el “18”, sino el “11” originan la evocación comunitaria. No es todo, el “5” es motivo de homenaje a 59 muchachos que, aunque rendidos, son ejecutados en 1938. Se trata de milicianos del Movimiento Nacional Socialista de Chile y han intentado un putch contra el León de Tarapacá. Se atrincheran en la Universidad de Chile y en el edificio del entonces Seguro Obrero frente a La Moneda y a la Intendencia. Esperan el apoyo de la guarnición de Santiago. Meta: deponer al jefe de Estado evitando así el triunfo del candidato de la derecha Gustavo Ross.

El pronunciamiento aborta y la brigada que controla la Casa de Bello capitula. Manos en alto son conducidos al Seguro Obrero. Allí también hay bandera blanca. Sin embargo, la orden presidencial es perentoria: “¡Liquídenlos a todos!”. Así 59 muchachos –estudiantes, oficinistas y obreros- son ejecutados uno a uno. El nacionalismo socialista se repliega y sufraga por el candidato Pedro Aguirre Cerda. Indultos y amnistías procuran borrar la sangre vertida por Chile. Cada 5 de septiembre en la esquina de Morandé con Moneda y en el Cementerio General se conmemora la histórica gesta.

Luego vendrán otros capítulos. La conversión del Movimiento Nacional Socialista en Vanguardia Popular Socialista. Su ulterior disolución y el desconcertante ingreso del Jefe al Partido Liberal en el sobaco del verdugo de sus discípulos que combaten y mueren en la epopeya. Hay luces y sombras en todo aquello. La Historia Oficial –aquella enseñada y aprendida en aulas- presenta a los movimientistas como agentes del III Reich. En tal enfoque hay mano mora. Apunta –desde la derecha y la izquierda- a triturar todo accionar político ajeno a los centros mundiales de poder.

Desde nuestras trincheras y casamatas, mientras preparamos con paciencia, pero sin pasividad la contraofensiva, este 5 de septiembre evocamos a los 59 de la fama. Aquellos que, en la flor de la existencia, se juegan la vida para que su sangre redima a Chile. La amnesia no cubre ese retazo de memoria. Un soldado muere dos veces: cuando el corazón deja de latir y en el momento que sus camaradas lo olvidan. Lo primero ocurre –y nadie entonces habla de vulneración de los DDHH- , pero en cada uno de los nacionales de ahora reside el compromiso de evitar que suceda lo segundo.

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