Es una polémica vacia. Los "progres" esquivan la lucha de clases que suscribieran en el ayer por la "lucha de los sexos". Una manifestación es la denominada "paridad de género" de que hizo gala Michelle Bachelet y sus secuaces. Disculpen: es inexistente el término "secuasas". Eso pasa por juzgar "moderno"que la mujer practique fútbol y box. También use groserías en el hablar, se embriague con ron, suprima el pudor, simpatize con el mundo gay, defienda el divorcio y el aborto. En la otra punta están los patriarcalistas. Reducen lo femenino a quehaceres domésticos y la estiman un artículo de ornato. En el pasado hasta la privan de la posibilidad de emitir sufragio. Lo justo es lograr el equilibrio y comprender que entre mujer y hombre no debe existir confrontación. La competencia de si uno es superior a otro es torpeza. Sin embargo, hay que reconocer que somos distintos y que lo conveniente es la complementariedad. Ello motiva a Pilar Sordo a escribir "¡Viva la diferencia!" y que otro analista exprese que los varones somos de Marte y las damas de Venus. Sin embargo, la noción de pareja supone que cada integrante se identifique con su sexo en el contexto del mutuo respeto. Ello proporciona solidez de la familia que es la argamasa de la nacionalidad y fuente de manutención y escuela inicial de la prole. Lo otro son los dos esperpentos vigentes. Por un lado el feminismo -que denominamos- "hembrismo" y por otro el "machismo". Uno y otro se representan en las caricaturas que ilustran esta nota.
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