El tema es oceánico. Lo restrijo sólo a cómo, habitualmente, señalan los docentes a los discentes. Usan los siguientes términos: "peques", "chicos", "crios", "chiquillos", "mocosos", "niños", "lolos", "cabros"...
Es un trato entre familístico y flaite. Contribuye a degradar nuestro status. Los abogados aluden a “clientes” y los médicos, a “pacientes”. Quienes enseñamos debemos usar las expresiones "alumnos", "estudiantes", "educandos", "discípulos".
Aquellos vocativos, hoy en uso, obliga a aceptar, eso de “tio" y “tía" que comienzan a reeplazar al pegoso "señor" y "señora" así como el socorrido "señorita". Los cinco, ajenos al mundo académico. Si anhelamos consideración ciudadana exijamos el trato de “profesor", “profe" o “maestro".
Es un trato entre familístico y flaite. Contribuye a degradar nuestro status. Los abogados aluden a “clientes” y los médicos, a “pacientes”. Quienes enseñamos debemos usar las expresiones "alumnos", "estudiantes", "educandos", "discípulos".
Aquellos vocativos, hoy en uso, obliga a aceptar, eso de “tio" y “tía" que comienzan a reeplazar al pegoso "señor" y "señora" así como el socorrido "señorita". Los cinco, ajenos al mundo académico. Si anhelamos consideración ciudadana exijamos el trato de “profesor", “profe" o “maestro".
No hay comentarios:
Publicar un comentario