Nuestras elites tensionan a la sociedad con debates valóricos. El pretexto, la modernidad. El resultado inmediato, controversias desgastadoras que postergan tareas que, en vez de dividirnos, nos integran y favorecen el desarrollo de la "copia feliz del Edén". En el XIX y comienzo del XX los dos entreveros fueron Estado versus Iglesia y -poco después- Parlamento versus P. Ejecutivo. Ambas disputas son remedos de Francia y Gran Bretaña... El balance fue negativo. Ahora -ciertos políticos- para conseguir publicidad y posar de "progresistas" ponen en tapete el aborto así como ayer el divorcio. Seguirán con el matrimonio homosexual y ya se dió luz verde a la pornografía al poner fin a la censura. Nadie se acuerda de faenas movilizadoras como la campaña forestadora de 17 millones de árboles, indispensable en un país invadido por el arenal por el norte y erosionado en todo el borde costero. Menos se discute el trabajo obligatorio de 200 mil reos que se pudren en la ociosidad. Tampoco se baraja planificar la titulación de centenares de "profesionales" que son candidatos al desempleo. Eso no concita el interés de la TV y, por ende, no genera sufragios... El sentido común exhorta a sustituir la agenda "valórica" por una agenda constructivista
No hay comentarios:
Publicar un comentario