Hace 500 años una red vial quechua comunicaba, como sistema nervioso, todo el Imperio de los Incas. Permite al Cuzco desplazar tropas, colonos que integran los mitimaes y mensajeros -los chasquis- así como tropillas de llamas para el mercadeo costa-cordillera y viceversa. Cada cierta distancia, un tambo -edificación de roca, barro y totora- permite el reposo de los peregrinos. El viaducto no es ripiado, sino adoquinado, Cubre por el norte desde Pasco en Colombia hasta Talca y Tucumán por el Sur. En algunos tramos alcanza hasta 12 metros de ancho. En su crecimiento el Tahuantinsuyo -igual que la Roma imperial- no sólo despliega soldados, sino también cuerpo de ingenieros. Eso explican los casi 10 mil kilómetros de carretera que se propone a la UNESCO proteger y restaurar como Patrimonio de la Humanidad.
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