Carlos Ibáñez del Campo, provinciano y mesocrático, producto de escuela pública y de liceo fiscal ingresa a la Escuela Militar. Se gradua de oficial. Interviene en la agitación castrense que cubre de 1924 a 1933. Es la revancha incubada en los cuarteles contra Concón y Placilla. Siendo coronel alcanza la Presidencia. En La Moneda genera una completa renovación de la elite política. Se apoya en la Confederación Republicana de Acción Cívica CRAC que asocia a sindicalistas e intelectuales. Se propone modernizar la vetusta república oligárquica. Enarbola el proyecto que bautiza Chile Nuevo. Se empeña en obras públicas, funda la Contraloría, resuelve el litigio de Tacna y Arica e intenta la unión aduanera con Argentina. En ese contexto nacionalpopulista no es extraño que, en 1931, decrete Día del Trabajo el 1º de mayo. Motiva sorpresa en los círculos "ensalonados" porque legitima un festejo revolucionario. En los ambientes marxistas desconcierta. Les resulta inconcebible que un caudillo castrense consagre una fecha en homenaje al proletariado. De entonces hasta ahora en esa jornada se evoca -entre otros- a los mártires de Chicago y de la Escuela Santa María de Iquique y se formulan votos por el incremento de la justicia social.
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