Germán Arciniegas ("El estudiante de la mesa redonda") asi como Violeta Parra interpretada por Mercedes Sosa ("Me gustan los estudiantes") -entre otros- exaltan ese halo romántico que emana de la muchedumbre estudiantil insurrecta. Es atractivo y huele a coraje y honestidad. Sin embargo, la experiencia enseña que ese movimiento anticonformista suele tornarse laxo y, peor aun, corromperse. En su periferia, lo sabemos, pululan minorías de "flaites" aficionados al vandalismo y al pillaje que son los tataranietos de Michimaloco.
El problema no es el lumpen, sino las cúpulas. Se prostituyen al adscribirse a la partidocracia. Lo vimos con la rebelión pingüina.Sus líderes acaban abrazados de diputados y senadores. Ahora mismo hay conductores que -sin tapujos- exhiben afiliaciones partidistas. Eso invita a desconfiar. Las asambleas al aire libre deben decidir y rechazarse negociaciones en la trastienda donde se imponen los políticos que se apoyan en la ingenuidad de muchos y el arribismo de algunos. Estos venden heroismos e ideales de sus representados. Se debe advertir el peligro.
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