Es el fetiche de los "progres" chilensis. Hoy aparece como damnificado por un dictamen del Poder Judicial de España. Cae así el ídolo. Se eleva a la categoría de héroe porque da luz verde a Londres para aprehender a Pinochet manteniéndolo por 500 días prisionero. Después aparece alterando la reconciliación española en un esfuerzo por sacar a flote los crímenes de lesa humanidad de los esbirros de Franco y jamás aludiendo a los testaferros de Stalín que diezman la izquierda peninsular ni tampoco a los histéricos anarquistas que asaltan conventos asesinando sacerdotes y violando monjas. Tampoco se le conoció opinión alguna sobre las tropelías de la OTAN en Libia y menos oposición al despacho de tropas españolas a Afganistán en operativo colonial. Es posible incrementar la lista de inconsecuencias de este superjuez que se permitió actuar como censor con repúblicas del III mundo. Ello con el aplauso de nuestra izquierda cosmopolita.
Respecto a Pinochet sostuvimos -contra viento y marea- que su enjuiciamiento debía ser asunto de los chilenos y no de europeos invalidados de "tirar la primera piedra". "Enjuiciamiento" vía judicial o magnicidio, pero Gran Bretaña ¿qué autoridad poseía para tal tarea? Por eso vale la pena recordar que, cuando Sarkozy se refiere al genocidio turco de armenios, Ankara le enrrostra los perpetrados por Francia en Argelia. Siempre el Viejo Mundo se arroga el rol de tutor del planeta. Es indudable que, en esa postura, la apoyan los eurocéntricos de la periferia que padecen de tortícolis de tanto contemplarlo como paradigma y bisagras en el espinazo por efecto de las genuflexiones.Imposible olvidar la puñalada del Madrid a Argentina, en 1982, con motivo de Malvinas. que le propina Felipe González, camarada del golpeado Garzón en el PSOE ¿Cúal será la postura de ese Baltasar respecto a Gibraltar y a Ceuta y Melilla? Optimo será preguntarsela.
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