El bolivianísimo Andrés Soliz Rada nos pone sobre aviso que el 27 de febrero de 1874 nace el profeta de la Patria Grande. Me refiero al argentino Ugarte. Fallece en 1951. Su influjo es iberoamericano. Su fortuna la invierte en redactar y publicar obras que conservan vigencia. Visita diversas repúblicas de nuestra América promocionando, bolivarianamente, la reintegración y advirtiendo del peligro que implica el imperialismo de EEUU. Se inicia en el Partido Socialista de su país de origen. Rompe con el patriarca Justo e impulsa, precursoramente, un socialismo nacional. Lo "nacional" para el apóstol es lo iberoamericano. Vive en Santiago de Chile y colabora con centenares de crónicas en la prensa, particularmente, en la Revista Zig Zag. Aquí los apristas exiliados lo promocionan. Es el eco de la admiración que por su "genio y figura" le brinda Haya de la Torre.
Los peruanos Luis Alberto Sanchéz y Manuel Seoane lo apoyan El primero edita sus obras. El segundo le da tribuna en el semanario "Ercilla". Vale pena cerrar este comentario señalando que es pionero, en una de sus primigenios libros, en apartarse de la denigración a España. La hispanofilia se creía, hasta ese instante, exclusiva del conservadurismo. Adhiere en 1945 al coronel Perón. La Casa Rosada lo designa embajador en México. Hoy, a días de un aniversario más de su natalicio, se le evoca como un adelantado de las ideas-fuerza que ahora nos movilizan. Es necesario -como en su momento lo hiciera Jorge Abelardo Ramos- realzar su legado. De ese modo se suministra oxígeno doctrinario a los procesos renovadores que conmueven a nuestro "mundo ancho y ajeno" evitando que se estanquen -corrompiendose o mineralizandose- o deriven en viles calcos de modelos ajenos a nuestra realidad.
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