Hay detalles y detalles. Existen los insignificantes y los significativos. Los que anoto a continuaciòn y reseñados en la prensa vale la pena ponerlos de relieve. En mi biblioteca -testigo mudo de nuestro diàlogo nocturno con el entonces comandante Chàvez- recuerdo tres hechos que con el tiempo adquieren mayor relevancia. Uno es castrense, otro religioso y un tercero bibliogràfico.
En mi escritorio el comandante -apenas 39 años, ágil y, como se expresa aquí, "bien plantao"- repara en una reproducciòn del escudo de armas de Pedro de Valdivia. Lee su lema: "La muerte menos temida da màs vida". Lo anota en su agenda y lo lee en voz alta. De verdad -comenta- si la tememos màs ràpido llega. Concluye: "es un bello lema que invita al vivir heroico".
En un pequeño retablo de la biblioteca hay una imagen de la Virgen de Guadalupe -a la sazón Patrona de Iberoamèrica- .Me la habían traído como obsequio alumnos mios después de gira a México. El sismo del 27-F la deteriora. El comandante repara en ella y procede a persignarse con unciòn. Ello sin teatralidad. Apenas si me percato de esa devoción tan propia del mundo popular.
Entre los textos que "hurguetea" en los anaqueles se interesa por "Fisonomía histórica de Chile" de Jaime Eyzaguirre. Quizás por su brevedad. Se lo lleva a su dormitorio donde reposa breves horas antes de volar a Buenos Aires. El libro sin duda hojeado lo encuentro al día siguiente en el velador. Es la edición mexicana y su enfoque bolivariano.
Juzgo significativos estos datos. Quizás quien escriba la biografía del malogrado caudillo los recoja. Iluminan tres instantes de su vocación militar, de sus convicciones religiosas y de su afàn por conocer nuestro país a través de un autor que, al menos en esa versión de la obra citada, ostenta un discurso nacionalista continental. Lo enmienda al convertirse en funcionario de la Cancillería.
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