La ola delincuencial es un fenómeno suramericano. Los chilenos la padecemos. Se incrementa por efecto de la abolición de la pena capital y del sindrome de "la puerta giratoria". Esto último implica que quien delinque apenas pasa por la condición de imputado y luego "muy campante" sale en libertad. Hasta se permite pasear frente al domicilio de quienes han soportado el acto criminal burlándose de los afectados. La reforma procesal penal y antes "las leyes Cumplido" así como la supresión de la detención por sospecha han convertido en jalea la capacidad sancionadora del Poder Judicial. El argumento "muy progre" es que había que modernizar el sistema y procurar la rehabiliación y la reinserción del maleante. A esto se suma la drogadicción y el narcotráfico. En suma, la ciudadanía queda indefensa y los servicios policiales desautorizados. Siempre se les relaciona con la dictadura de Pinochet.
Lo anotado se asocia con el Plan Patria Segura PPS que pone en práctica el Presidente Maduro. El torrente de delitos -según se informa- ha disminuido en un 50%. El barrio caraqueño de El Petare, por ejemplo, está siendo patrullado por las FFAA. Pareciera que en Venezuela se acabó la fiesta de homicidas y "amigos de lo ajeno". No es posible que allá ocurra lo que aquí: cada vivienda se enfierra entera para evitar que los malandras irrumpan. Esta política de contención -prohibido anotar "represión"- es un factor de prestigio para cualquier gobierno. Eso no es suficientemente comprendido por los "progres" . Estos confunden "autoridad" con "autoritarismo" y "libertad" con "libertinaje". Ello genera el incremento de la delincuencia y el terror de la ciudadanía y, de modo particular, de aquellos moradores de barrios humildes, pues son los con menos protección. Venezuela con el PPS da un ejemplo.
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