martes, 23 de julio de 2013

ENSEÑANDO AUTOESTIMA

El profesor muestra un billete de $ 20.000 a sus discìpulos y les dice: "¿A quién le gustaría tener esto?".  Todos levantan la mano.

Lo arruga  pregunta de nuevo: "Ahora, ¿quién lo quiere?"  Las manos suben de nuevo.



Lo tira arrugado al suelo, lo pisa y vuelve a preguntar: "¿Aún lo quieren? "



Los alumnos responden que sí y repiten el gesto.



Entonces los observa y expresa:



"Han aprendido algo muy importante: aunque he arrugado el billete y lo he pisoteado ustedes aun lo apetecen. Ello es porque el billete mantiene su valor. Lo conserva a pesar de todo.

Muchas veces en la vida, te ofenden, te rechazan o circunstancias son adversas. Sientes que ya no vales nada, pero tu valor no cambia nunca si lo proteges. Ello supone tener fe si mismo. Incluso en los peores momentos tu valor sigue estando allí y refulge como moneda de oro". 

Continúa enseñando: "No duden nunca del valor de cada uno... Siempre valdrán para las personas que los aman. Mas, recuerden que el amor primero es el "amor propio". Nunca se "achiquen". Conserven el orgullo y esquiven la vanidad. Siempre ante quien se les acerca lo positivo es mirarlo de frente. Jamás de "alto a abajo". Es tu prójimo y vale tanto como tu. Ante él no mires ni el suelo -complejo de inferioridad- ni el cielo -de superioridad-. Ninguno vale menos ni más. Miralo de frente y a los ojos".

La clase finaliza. Un aplauso cierra la breve e inolvidable lección. Quien la dicta más que un profesor es un maestro. No ha leído a Piaget, a Vidorgski, Brinner ni a tanto teorizante de la educación con los cuales hacen gárgaras catedráticos mediocres y titulares de UTPs, pero deja huella.

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