Contra Chile hay resentimiento en Bolivia y revanchismo en Perú. Ello por la Guerra del Pacífico. Tal choque armado (1879-1883) equivale a la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870). En ambos hubo infiltración de Gran Bretaña. Los pobres, como es habitual, son la "carne de cañón". .. Se recluta a lazo a "cholos" y "rotos". No hay duda que las oligarquías de Lima y La Paz son incompetentes para la defensa de sus respectivos Estados. La chilena -en cambio- supera sus querellas internas y actúa como bloque. Con sabiduría esquiva roces con Argentina y usurpa Tarapacá, Arica y Tacna así como Antofagasta. El país llegaba sólo hasta el desierto de Atacama y sus poblados septentrionales extremos fueron entonces Copiapó y Chañaral. Sin duda una expansión con dos flecos: el paìs de Evo queda sin océano y los peruanos padecen la ocupación por varios años.
La historiografía, los textos escolares y el imaginario colectivo del Rimac -amén de cultivar la fobia a Bolivia con varios argumentos evita referirse a que apenas 40 años antes de la conflagración aludida- militares y políticos peruanos impulsan a la oligarquía mapochina a intervenir en sus asuntos internos. Los adversarios de Andrés Santa Cruz, arquitecto de la Confederación Perú Boliviana, encuentran un aliado en el archiministro Diego Portales. Así dos expediciones chilena comandadas por el almirante Blanco Encalada y el general Bulnes destruyen el experimento que se propuso unir a los dos Perúes. Intento que defendieron con sus vidas -entre otros- los chilenísimos Josè Antonio Vidaurre, O`Higgins, Freire y Pedro Félix Vicuña. La elite blanca de Lima prefiere una alianza con los otros blancos de Valparaíso y Santiago antes que soportar la "ominosa tiranía del cholo jetón".
El Presidente Humala, en La Paz, luego de electo reconoce la trascendencia del proyecto crucista. Su discurso, sin embargo, no registra continuidad y menos genera escuela. El Protector Santa Cruz seguirá siendo para la peruanidad un invasor, un imperialista, un déspota representante de la "barbarie" andina que pone en peligro la "civilización" -edificada por "caballeros de fina estampa"- que florece en el país... de los Incas. Sus opositores encuentran cálido asilo en Santiago. Actuarán bajo el mando mapochino. Hoy son enaltecidos. Me refiero a Ramón Castilla, Felipe Salaverry, Agustín Gamarra, Felipe Pardo y Aliaga y varios otros que se convierten post mortem en estatuas de diversas ciudades o en nombre de calles y avenidas. Es urgente informarse que así como en Chile la clase alta inocula odio a las repúblicas fronterizas en Perù campean no sólo el antichilenismo, sino también el antiecuatorianismo y el antibolivianismo.
Resulta sorprendente que el país que engendra, en los años 30, el APRA no genere una nueva imagen del ayer. Lo hace enalteciendo el Incanato, pero no avanza en el siglo XIX. Incluso el ilustre Haya mira con apatía la solicitud de Palacio Quemado en orden a obtener un enclave oceánico. Peor aun, niega apoyo a políticas de acercamiento con Quito y desautoriza a Manuel Seoane empeñado en una alianza con Perón que enarbola el ABC. Fujimori da un paso al ceder, en comodato, un segmento de Ilo a Bolivia. Se sostiene en Lima que el país ha sido víctima de diversas mutilaciones territoriales y que posee enemigos de ayer, de hoy, de mañana y de siempre en dos de sus cuatro fronteras. La política exterior de Allende posee también cojera diplomática. Sin duda, en las repúblicas del Pacìfico es necesario el revisionismo histórico. Así se rescata la genuina identidad del Cono Sur.
ResponderEliminarApreciado profesor Godoy:
Sus argumentos son atendibles, pero más allá de la política de los tiempos de la Confederación, cuando los estados recién se estaban conformando, y de una mirada clasista a la Guerra del Pacífico (rol de las elites vs rol de los pueblos), su reflexión presenta la misma omisión que encuentro en el discurso oficial chileno sobre la GdelP, es decir, la abstención de asumir cualquier responsabilidad frente al daño infligido a las sociedades peruana y boliviana.
Es muy fácil hablar de quejumbres y más difícil ponerse en la posición del otro pues Chile no fue víctima de una invasión militar y carece por tanto de los imaginarios, historias cotidianas y memorias históricas que aquello implica.
Chile, convenientemente, deslinda del tema cuestionando la actitud peruana y boliviana y admirándose como después de tanto tiempo no se supera el trauma del acontecimiento. Lo que pasa es que la superación parte del pedido de perdón del agresor por los excesos cometidos, por el daño infligido y Chile está aún muy lejos de comprender lo necesario que es un proceso de reconciliación con el Perú que, por supuesto, debe implicar también que el Perú reconozca el aporte de Chile, no sólo a la Independencia, sino a la causa peruana en la Guerra contra España de 1864-1866 que supuso inclusive el bombardeo a Valparaíso.
Un proceso como el descrito no es invención del suscrito, por el contrario, existen decenas de ejemplos de reconciliación entre países que lucharon guerras fraticidas y una vasta literatura sobre el particular.
Chile, estimado profesor, no será menos Chile por reconocer el daño infligido a Perú en el pasado, al contrario, aumentará su grandeza y potenciará la integración ahora que ya hemos cerrado nuestra última frontera.
Un abrazo cordial
Historiador Daniel Parodi Revoredo