Millones de chilenos quedan
estupefactos por spot sobre Bolivia en que el Presidente Lagos aparece
reconociendo que Antofagasta fue boliviana. Los asuntos limítrofes son
complicados. Hispanoamérica –en conjunto- lo integran provincias españolas cuyo
eje –por tres siglos- es Madrid. La Independencia implica quiebre con España y
también el comienzo de litigios de frontera entre las jóvenes repúblicas
fundadas sobre los escombros del Imperio de Carlos V y Felipe II. La Audiencia
de Charcas, base del Estado boliviano, tuvo borde costero en el Pacífico como
apéndice de Potosí. Chile limita siempre con Bolivia y no con Perú. Con otro
prisma: todo el Cono Sur occidental es Virreinato del Perú... Con la
emancipación se acentúa la presencia oceánica de Bolivia creándose el
Departamento del Litoral que engloba la actual II Región a la cual alude el
mandatario chileno.
Manifestar “Bolivia jamás
tuvo mar” o “siempre fue mediterránea” es afirmación errónea o
empapada de patriotería. En esa esfera más objetivo es Abraham König quien
proclama que a Chile le asiste sobre Antofagasta “la victoria, suprema ley de
las naciones”. La Guerra del Pacífico comienza el 14 de febrero de 1879
ocupando tropas chilenas el puerto de Antofagasta. Pretexto: La Paz eleva el
impuesto al quintal de caliche. Sólo tres meses más tarde se declara la guerra
a Perú. El 21 de mayo es el combate naval de Iquique. Eso es ya la actual I
Región a la sazón provincia sureña de Perú y también rica en guano y salitre.
Las FFAA de Chile logran excluir a Bolivia del conflicto y ocupan el Perú hasta
1883. El postrer jalón de la conflagración es el Tratado de 1929 mediante el
cual se traza la Línea de la Concordia y se reintegra Tacna.
Antes de ese choque armado
–bajo el cual se ocultan intereses británicos- la ciudad más septentrional de
nuestro país es Copiapó y el límite nortino, el Desierto de Atacama conocido
como “despoblado”. Bolivia comenzaba por el sur en la desembocadura del Salado
(paralelo 25) finalizando al norte en el estuario del Loa (paralelo 21). Total:
560 kilómetros de playa. La Moneda acredita Consulados en Antofagasta con
agentes en Taltal, Cobija, Mejillones y Tocopilla. La explotación de las
covaderas y del nitrato de sodio atraen a empresas anglochilenas con su
multitud de operarios y técnicos. La presencia del Estado boliviano es precaria
en la esfera demográfica, administrativa, castrense y empresarial. Ello lo
advierte Santiago y precipita la ocupación del litoral boliviano en la fecha
preindicada. Había comenzado La Guerra del Pacífico y con ello el encierro de
Bolivia.
La Casa Rosada emprende en ese
mismo momento la Campaña del Desierto. El modelo norteamericano inaugurado por
Sarmiento se continúa con Roca en orden a expandir la argentinidad sobre las
patrias de los “pieles rojas” australes. La tecnología moderna permite barrer a
los aborígenes que contreñían al país de Martín Fierro a un segmento de la masa
geografica de ahora. El desquite del criollo ante el amerindio equivale a la de
los rusos sobre las colectividades mogoloides. De atemorizados ciudadanos pasan
a verdugos y amos. Se apoyan en el rifle automático, el telégrafo y la ferrovía.
Mientras Chile despoja a Bolivia de Antofagasta y a Perú de Tacna, Arica y
Tarapacá y lo somete a pillaje, la tropa de la Argentina moderna ocupa el sur
hasta Tierra del Fuego. Hoy nuestros despojadores se quejan del presunto
despojo. Se escucha siempre “Nos robaron la Patagonia”...
Reyertas, tiranteces y
resquemores entre los fragmentos de Hispanoamérica generan problemas que
acentúan el subdesarrollo y la dependencia. El alma colectiva –generación tras
generación- se envenena respecto al vecino. Tras el hito fronterizo se agazapa
el enemigo. Hay que prepararse para la defensa o la revancha. Ello supone el
montaje de FFAA sobredimensionadas y costosas. Las iniciativas de
complementariedad mueren o son castradas por la altanería de unos o el resentimiento
de otros. Brota una cultura chauvinista que conduce a visualizar al habitante
de la patria vecina como dotado de
taras congénitas. Son pocos los que escapan a esa percepción aldeana de
patria. No basta un corte político (izquierda y derecha), sociológico por
estratos o funcional (civiles y uniformados) para separar a quienes son y no
son patrioteros. Los secuaces del teniente Chauvin están en cualquier sitio
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