Se usa “cipayo” para
estigmatizar a quien anhela o
justifica la cadena foránea y se
comporta como sirviente. Se emplea también “vendepatria”. Antaño se utiliza “yanacona”. En Europa –por efecto de la ocupación del III Reich- fue frecuente
aquello de “colaboracionista” o de “quisling”. Este último vituperio aludía a
Vidkun Quisling quien entrega Noruega a Berlín. Arnoldo
Toynbee divulga aquello de “herodiano” derivado del rey Herodes, rey de
Israel, títere de Roma.
Considerando que aquí la
megapotencia absorbente es EEUU se suele aludir al “cocacolismo”, al
“malinchismo” y al “pitiyanquismo”. Gonzalo Drago es autor de “Mister Jara”,
relato minero ambientado en El Teniente, que alude a un capataz criollo que es
“más gringo que los gringos” en la época de la Braden Copper Mining, Co.
Como sobrino de José Stalin evitó un
texto equivalente refiriéndose a quienes preparaban convertir a Chile en
protectorado de la hoy extinta URSS.
Sea como fuere –más allá de los descalificativos que
expresan antimperialismo- lo de moda hoy es el proimperialismo. Se oculta bajo
un elegante disfraz: “globalización”. Hay un hecho cierto: el planeta se
empequeñece por efecto de las redes de comunicación y de las empresas
trasnacionales. Hay algo que se oculta: el monopolarismo imperial de EEUU. Peor
que eso, nuestros cipayitos sostienen que no existe otra opción que acatarlo.
Hay, pues un “cocacolismo” que usa gasolina izquierdista.
La condición sumisa no es solo de derecha en su momento probritánica y después
norteamericanizante. El marxismo se hizo “soviethincha”. Hoy el proyanquismo
envuelve el grueso de los discípulos de Allende ubicados en la Concertación.
Están hipotecado a EEUU y a la UE. Generan acatamiento fatalista. Los “Mister Jara”
de ayer hoy también se ubican en la izquierda. Argumento… no hay otra opción.
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