Reeditar los principales libros
de quienes constituyen la Generación del Centenario pareciera compromiso ético
y científico. Tienen mucho que enseñar –pese a transcurrir ya 100 años- y ello
porque, en cierto modo, los problemas que analizan no han sido resueltos, sino
de modo parcial. Esa legión de contestatarios alega que, desde la
Independencia, Chile permanece tullido sin dar, al estilo nipón, “el gran salto
adelante”. Continuaba anclado en una minería con manejo imperialista y en la
agricultura arcaica. Exhibe sociedad estratificada de tipo feudal, política sin
vuelo, cultura de remedo y educación postiza.
Son obras impresas en torno a
1910 y hoy imposibles de encontrar. Peor que eso: se ignoran. Ensáyese una
enumeración: “La conquista de Chile en el siglo XX” (Tancredo Pinochet),
“Sinceridad” (Alejandro Venegas), “Nuestra inferioridad económica”
y “La educación económica y el Liceo” (Francisco A. Encina), “Educación
económica e intelectual” (Luis Galdames), “La cultura y la educación
general” (Enrique Molina), “Decadencia del espíritu de nacionalidad”
(Nicolás Palacios), “Los chilenizadores de Tacna y Arica” (Juan José
Julio y Elizalde)... En el marco de la conmemoración del Bicentenario, deben
republicarse.
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(*) Esta nota sintetiza la solicitud de CEDECh a FONDART . No fue acogida.
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