Nace incubado en el siglo XIX por el credo liberal. Se opone
a la reacción, pero esquiva la revolución. De ese "ismo" Augusto
Comte hace una teoría y hasta una teología. La bautiza "religión de la Humanidad". Se trata de la doctrina positivista. Su lema: el "el orden por base y el
progreso por fin". De allí la fundación de la república en Brasil y el
lema del país de Lula.
Ser progresista fue ser de "avanzada" y ello
implicaba militancia de izquierda. Así -durante la Guerra Fría-
los afiliados a los PPCC de Occidente se camuflan como
"progresistas" y el rango lo asumen los "compañeros de
ruta", es decir, los "tontos útiles". Dicho de otro modo quienes
para posar por innovadores se albergan en el sobaco soviético.
A finalizar la centuria pasada el "progresismo"
continúo su marcha y si bien se desvincula del imperialismo ruso y, por ende de
los PPCC, se asocia a la socialdemocracia europea. Incluso se reúnen
periódicamente los líderes de esa tendencia. No ha mucho estuvieron en Londres con
Tony Blair como anfitrión. Uno de los huéspedes, el Presidente Ricardo Lagos.
Se emparentan con esa "maleza" de los años 50
financiada por la CIA y cuyo fachada es el Congreso por la Libertad de la
Cultura. Era la época de la "izquierda democrática". Hoy los progresistas
- apodados "progres"- reman con Obama y se asocian a la
globalización. Son proimperialistas, según manifiestan, "porque no hay otra salida"...
Exhiben resignación hedonista y realismo cínico.
Sepultan la categoría "imperialismo". La
suplantan por "globalización". Adhieren con fervor al relativismo y
sopretexto de oponerse a las dictaduras impulsan la permisividad. Sobre la
marcha, por su ancestro liberal, disparan sobre la Iglesia..., porque es
"reaccionaria" y ellos son adalides de la "modernidad" y
hasta de la "postmodernidad".
Impulsan el divorcio y el libre consumo de "drogas
blandas", suprimen la censura cinematográfica y televisada y dan luz verde
a la pornografía y la homosexualidad. La interrupción del embarazo lo
presentan como un "derecho reproductivo". Exaltan -sobre la marcha-
un feminismo agresivo. Según expresan no hay pugna entre un centro expoliador y
una periferia empobrecida, sino guerra de los sexos.
Los "progres" -sueltos de cuerpo y frescos de
raja- campean en el universo mediático de nuestras pobres repúblicas. Ahora se
puede pasar por innovadores, iconoclastas, heterodoxos, "enfants
terrible"... y ser aplaudidos por el establishment. De Malvinas o Irak,
eso si, no se opina. Enarbolan la bandera de las “minorías” sean étnicas o
sexuales, pues abogan por el “respeto a la diversidad”.
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