Aduladores ha habido siempre en la historia humana. Tomemos por caso a
Nerón. Su séquito le hacía creer que era un gran cantante y experto lira cuando
en realidad carecía de tales dotes artísticas.
Otro ejemplo. En 1815 Napoleón
intentó recuperar el poder y se lanza desde la isla de Elba, rumbo a París. A
continuación, veremos cómo el diario oficialista parisino Monitor, va cambiando
sus titulares.
En los primeros
días de marzo decía: “El antropófago ha salido de su guarida”, luego: “El ogro
de Córcega acaba de desembarcar en el golfo de Juan”, unos días después: “El
tigre ha llegado a Gap”, “El monstruo ha dormido en Grenoble”.
“El usurpador
fue visto a sesenta leguas de la capital”, “Bonaparte se acerca a grandes
pasos, pero no entrará en París”, “Napoleón estará mañana entre nosotros”, “El
emperador ha llegado a Fontanebleau”, por último: “Su Majestad Imperial entró
ayer en el palacio de las Tullerías, rodeado de sus fieles súbditos”.
Al poco
tiempo, Napoleón sería derrotado en Waterloo. Seguramente el periódico volvió a
cambiar su línea editorial. Orejeros y chupamedias rodean a quienes son exitosos. Propio de los sabios es olfatear las zalemas y evitar
que nos ocupen los pulmones.
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