Un ritual dieciochero consiste en
“convidar” chicha en cacho al primer mandatario. Existen fotografías del León
de Tarapacá y de Pedro Aguirre Cerda saboreándola un 19 de septiembre, en el palco de honor, con motivo de la
Parada Militar. Una buenamoza ofertaba ese “trago” en la original vasija. El
gesto de abolengo campestre ponía una nota
simpática a la ceremonia.
En 1953 nos visita el Presidente
Juan Domingo Perón. El anfitrión es el general Carlos Ibáñez. En medio de la
alegría argentinochilena -en el entonces Parque Cousiño y en la fecha indicada-
se produce un hecho insólito. Una patrulla de jinetes con chupallas, chamantos,
botas corraleras se aproximan al galope a la tribuna oficial. Ofrecen a ambos
chicha en cacho “pa´que se entonen”.
Son los socios del Club de Huasos
“Gil Letelier” quienes irrumpen para
ofrecer a ambos caudillos el etílico “güergüerazo”. De entonces a hoy, medio siglo, la tradición se institucionaliza.
Se le adscribe al protocolo y en el libreto figura la galana presencia del piquete de representantes del campo
enarbolando el tricolor, para ofrecer
“la chicha en cacho”. Es tributo de la
ruralidad.
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