lunes, 7 de marzo de 2016

EL lll ANALFABETISMO

A Sarmiento y a Alberdi así como a Darío Salas -entre otros- inquieta la ignorancia popular. La identifican con el analfabetismo. Reflexionan, si emitir el sufragio exige leer y escribir la masa queda excluida y la democracia se convierte en caricatura. De allí la obsesión de estos personeros del XIX por el abecedario, los silabarios y los métodos de lectoescritura. El lema es "educar al soberano". La meta, incrementar el cuerpo electoral. 

En función de dicho esquema la elite tendrá que compartir el poder con la chusma, secularmente, sumida en la barbarie. Entonces se fundan Escuelas Normales para preparar docentes y se instituyen establecimientos hoy denominados de "educación básica". El aprendizaje de la lectura y la escritura amén de las cuatro operaciones aritméticas se torna compulsivo por las Leyes de Instrucción Primaria Obligatoria.

Este "analfabetismo clásico" retrocede en la pasada centuria. Chile baja del 60% de iletrados a un 5%. Sin embargo se detecta, que el ciudadano  une letra con letra y silaba con sílaba, pero la palabra no se convierte  en imagen. La comprensión de lo leído es nula. El fenómeno se denomina "analfabetismo funcional".A ello se añade un léxico empequeñecido, florecimiento de muletillas, una dicción penosa, ortografía deplorable y notoria la incapacidad de redacción. 

Desde otro ángulo, son millones los adolescentes privados oficio, es decir, de herramientas para ganarse la vida. Como nunca antes, están repletos de expectativas. La TV les estimula hasta el paroxismo el apetito de dinero, manjares, fiestas, mansiones, vestuario, amoríos, turismo... Es un afán consumista que las familias y el Estado no logran aplacar y, en consecuencia, los "flaites" padecen de frustración. Una de las causas es el "analfabetismo tecnológico".

Abominan del oficio del padre y siempre solicitan se les brinde "oportunidades". Ojalá ingreso a la U. El antídoto podría ser los planteles técnicos, No obstante, estos son tachados de "ordinarios".  Los subvalora la ciudadanía. Las autoridades les restringen su atribución profesionalizadora. No hay cortapisas al ancestral desprecio por las manualidades. Con ello el subdesarrollo alcanza legitimacion académica. Se oculta el legado pedagógico de Manuel de Salas.

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