Un alcalde de Lima de "cuyo nombre no quiero acordarme" retira la estatua de Francisco Pizarro. Este desborde indigenista –que no proviene de los indígenas– ya había tenido un brote. Se recuerda el intento de rebautizar la Casa de Pizarro –equivalente a La Moneda– como Casa de Tupac Amaru. Ahora la demagogia alcanza el clímax agraviando la memoria de quien es el fundador del Perú. Son los mismos ibéricos quienes no usan la expresión "Nueva Castilla" para referirse al Virreinato, sino adaptan el vocablo quechua "Birú" que el uso convierte en "Perú".
Hay subyacente, en el populismo municipal, nostalgia por lo prehispánico. En toda nuestra Patria Grande la indolatría demuele nuestra dual identidad. Sin embargo, es inviable un retorno al Tahuantinsuyo. La degradación del héroe de la Isla del Gallo no enaltece a Atahualpa. Ambos son fuentes de la peruanidad. Renegar del legado peninsular es quedarse con un Perú tuerto, manco o hemiplégico. Además, vulnera una herencia etnocultural que da urdimbre común a la familia hispanoamericana de pueblos que es mestiza.
Aquí mismo ciertos líderes mapuches aluden a Pedro de Valdivia como un genocida y suelen amenazar su monumento. La misma tarea venenosa la efectúan los maestros de escuela para quienes Lautaro es excelso héroe. Nada menos equitativo. Las principales ciudades del país son obra del estadista que no sólo funda Santiago, sino la mayoría de los centros urbanos, explora el territorio y es nuestro primer literato en prosa así como Ercilla lo es en verso. El atentado contra su memoria y el agravio al bronce que la perpetúa constituye una afrenta a la chilenidad.
Chile no es Arauco, sino fusión de lo hispánico y lo aborigen. Es la mesnada almagrista la que bautiza el territorio con una palabra aimará. Los soldados de Carlos V no usan la expresión "Nueva Extremadura". La amalgama racial sólo a título excepcional es iberomapuche Por ese motivo –para no acentuar nuestra crisis de identidad– debemos veneración, por igual, a ambos legados. Honrar a Valdivia no empequeñece a Lautaro. Uno y otro héroe simbolizan Chile en su semilla. Lo mismo es dable opinar respecto a Pizarro cuya gloria no disminuye la grandeza del Incanato
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