
La anécdota quizás enseñe que no se deben repudiar los orígenes sean estos remotos, intermedios o recientes. De un modo u otro sirven para sostener una nación. Los hispanoamericanos, en cambio, por torpeza- nos proclamamos nacidos en 1810. Lo anterior era "paja molida" y motivo de humillación. Saltamos sobre 3 siglos y nos enamoramos de lo mapuche. Ello no excluye que 80 años después de la emancipación fuesen despojados de suelo y dignidad. Quedamos mochos de raíces. Quisimos ser a secas "chilenos" olvidando que, al fondo de la noria, preexisten la napa ibérica y la napa aborigen.

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