martes, 4 de mayo de 2010

PISCO DE LA DISCORDIA


El carrusel de nuestra patriotería gira y gira. La única frontera sin presuntos adversarios es la occidental. No es posible la altanería o el resentimiento frente a merluzas y mariscos. El turno, a veces, le toca a los argentinos. Después, a los bolivianos. Ahora están de cabeza de turco los peruanos. Un síntoma es el fastidio por 50 mil inmigrantes. Olvidan nuestros patrioteros que medio millón de coterráneos viven en Argentina. Otro forcejeo fue en la Línea de la Concordia. La aduana de Chile aludía a la “mosca de la fruta” y la del Perú al “ácaro de la manzana”. Una guerra entomológica que termina en grotesco empate.

Ahora el pisco enciende una reyerta etílica. Aunque el licor es criollo, concibiendo lo “criollo” como lo suramericano, se recurre a flecos foráneos: aquí se festeja el Día de la Piscola y allá el Día del Piscosour. Por otro lado, Chile siempre produjo aguardiente y el pisco fue sólo peruano. Se importó la fórmula y acá, con más viñedos, la producción es mayor. Hace medio siglo se recurre a un truco para legalizar “la marca”: La Unión, una aldea elquina, se rebautiza Piscoelqui. Hoy el litigio debiera reemplazarse por una alianza peruanochilena para ensanchar el mercado mundial del pisco... conosureño. ¡No seamos inmaduros!

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