Esa inflación en el ascensor... La manía de Vuskovic |
Se comentaba -no sin sorna- que las
emisiones inorgánicas en el pasado remoto se juzgaban "el estiércol del
demonio". En consecuencia, con la teoría que "poco veneno no
mata" y además oxigena, comienza Chile a padecer inflación. El fenómeno,
durante medio siglo, es parte del paisaje así como la Cordillera de los Andes.
Periódicas huelgas se complementaban con elevación de salarios y estos se
solventaban con papel moneda. Era un juego equivalente, en el escenario del
Parlamento, al vaivén de mayorías y minorías.
Con Allende esa metódica financiera se
acentúa. La gestión del ministro Pedro Vuskovic -exfuncionario de CEPAL- no sólo
levanta la compuerta, sino la arranca de cuajo. La Casa de Moneda trabaja las
24 horas y la estampida de precios se compensa con alzas siderales de
remuneraciones. Al comienzo hay prosperidad increíble... diversos sectores se
tornan operativos a plenitud y el comercio se activa. Aumenta el poder
adquisitivo. De pronto ya a mediados del 72 la economía se atora. El dinero
comienza a sobrar y el mercado se desabastece.
La incertidumbre del porvenir inmediato
convierte en acaparadores a todos los chilenos. Aparecen las colas y se anuncia
la Libreta de Racionamiento. El espiral inflacionario toca techo y al perder
importancia el circulante se retrocede al trueque. Ya no era el papel
moneda "el lubricante de la economía", sino "el estiércol
del demonio". Emporios y tiendas, farmacias y carnicerías exhiben el
letrero "no hay" mientras surge el mercado negro. El
descontento se generaliza. Las FFAA esperan la luz verde del Pentágono… Se está
al borde del 11.O9.73.
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