sábado, 29 de marzo de 2014

ALLENDE, UP Y RREE

Circula la versión de un Presidente Allende promocionando -desde Santiago- una diplomacia bolivariana. En el viejo PS hubo, sin duda, nexos con el APRA y el PRI y cierta vocación latinoamericanista. Esa tendencia alcanza su nivel máximo con la jefatura de Ampuero en la postulación del general Ibáñez a la Presidencia. Entonces está Perón en la Casa Rosada, Vargas en Brasil y se imponen, tras cruentos choques armados, el MNR y la COB en La Paz. No obstante, en 1970 La Habana ha girado del demonacionalismo a posturas prosoviéticas y en la UP el influjo del PC es tan potente que distorsiona el discurso y la praxis de la tienda de Grove. Se hace moda el “marxismo-leninismo” y La Moneda se matricula en la Guerra Fría apostando a Moscú.

La diplomacia durante los 1000 días allendistas no posee ningún giro novedoso. Se desplaza al comienzo por los carriles tradicionales. En 1971 Allende se entrevista, en Salta, con el Presidente Lanusse. Logro: la Casa Rosada acepta el arbitraje de Londres en el litigio limítrofe austral y La Haya queda  como instancia apelatoria. Tampoco se observa interés por arquitecturar un trapecio antimperialista asociando Santiago con Lima gobernada por Velasco Alvarado, con La Paz  donde gravita el binomio Ovando-Torres y con Buenos Aires manejado por el justicialismo. Apenas si hay, al comienzo del fin, una gira presidencial a las repúblicas del Grupo Andino. Sin embargo, ya es “demasiado tarde y demasiado poco”.

El finiquito de más de 20 querellas limítrofes con Argentina una de las cuales –el Beagle puso a Chile y Argentina al borde de la guerra- no es obra de Allende. Disolver –al menos congelar- la estructura de mutua desconfianza que divorcia a Santiago con Lima, tampoco. Negociar una fórmula de armonía con Bolivia en orden a suprimir el encierro que padece esa república no figuró en la agenda de la UP. Quienes lo propusimos -envueltos en aquella atmósfera enrarecida por los fanatismos y las suspicacias- fuimos estigmatizados. Lo importante entonces era el noviazgo con la Isla de Martí. No obstante, se sabe: la gira de Fidel por todo el país constituirá para el régimen una lápida y aquella entrevista en el Kremlin con Brezhnev el epitafio.

El boliviano Néstor Taboada Terán –entre otros- manifiesta que, en La Moneda de entonces prevalecía un clima latinoamericanizante. Lo dudo. Nos entrevistamos con el canciller Almeyda. “Estaba en otra”… oía y no escuchaba, miraba, pero no veía. Se había “apunado” y participa de “enloquecimiento colectivo” que afectó a la UP y a la cual alude Isabel Allende Bussi. Hermético e inmutable parecía un moai encaramado en la cumbre del Aconcagua, pero no inspirado por Bolívar, sino por Lenín. Su norte, La Habana. Lo demás, inexistente. Insistimos en asambleas. Cosecha: abucheos y sospechas. Entonces cuando la campaña de “canonización” de Allende alude a su política exterior bolivariana... es obligatorio desmentirla.





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