El lumpen ¿qué es? Se trata de un
germanismo que, indistintamente,
significa “borra” y “harapo”. Designa a un coloide social ubicable en el
segmento más vulnerabilizado de los primeros quintiles de la pirámide. En la
jerga de Marx se emplea “lumpenproletariat”
para identificar a vagabundos y maleantes, es decir, “lo que bota la ola”.
Por cierto algo muy distinto a la clase obrera fabril. En lo coloquial se alude
al “lumpenhund” que significa
“quiltro sarnoso”. Al promediar los 50
comienza la masificación del uso de este concepto. Hoy se emplea a
troche y moche.
Los desmanes callejeros que enlodan la
insurgencia liceana se atribuye a ese inframundo. “Encapuchados” e
“infiltrados” son bautizados como
lumpen. Supone la irrupción de la delincuencia y del vandalismo. El combustible
de esos personajes pareciera el hondo rencor y el apetito de botín. Reaparecen
apenas La Moneda –en uno de sus virajes y contravirajes- desautoriza a
Carabineros. Los daños y perjuicios son cuantiosos. El fenómeno suele englobarse
como “síndrome de Michimalonco” a propósito de la destrucción, por los
picunches, de Santiago en 1547.
Los estudiantes secundarios en rebelión
no logran controlarlo. Ese lumpen posee espacio al interior de los planteles y
logra protagonismo en la protesta. Quienes conocemos las aulas “en vivo y en
directo” lo sabemos. Destruye el mobiliario, estropea muros con graffiti,
consume y trafica “trago” y droga, “le hace” al moño, al aro y al pucho y “no
está ni ahí” con las asignaturas. Como si fuese poco… agrede a los docentes de
hecho y de palabra. Las maestras son las más damnificadas. Silencio en el
gremio magisterial y en el SERNAM. El MINEDUC anula sanciones.
Ese lumpen está eximido del compromiso de trabajar. Son la esperanza de
ascenso social de familias desvalidas porque “estudia”. Lo ampara la
permisividad light del MINEDUC y sus
seremis paternalistas. Cada sostenedor lo pastorea porque genera subvenciones.
Consigna: retenerlo en el sistema. Los disvalores y contraconductas que exhibe
plasma en una cultura que -“muy prisca”- Mariana Aylwin invitaba a evaluar como
“identidad juvenil”. Se expresa aquello en mamarrachos como los punkies,
góticos, trashs y otros remedos de modas euroyanquis.
Esa “identidad juvenil”, aunque gestada
en el segmento más pauperizado de los primeros quintiles, a menudo “fruto” de
familias desintegradas, se expande como metástasis por los diversos ductos del
cuerpo social y aparece en otros estratos. Lo lumpiano no es sólo expresión de
la clase baja baja. Sostenerlo es determinismo estratigráfico Lo legitiman los
medios de comunicación social. Entre ellos la TV inundada por el “destape” que
incluye frivolidad, chabacanería y
modernismo que es burda imitación de modelos primermundistas.
El lumpen
estudiantil policlasista es agresivo y perezoso. Advierte que transitará, sin
esforzarse, por el sistema debido a las promociones automáticas y eximiciones
masivas. Reeducarlo resulta “misión imposible”. Los docentes hemos sido
castrados de prerrogativas disciplinarias por seremis “chochos”, alcaldes
polítiqueros y sostenedores con bulimia de dinero fiscal. Así la hueste
resentida arremete. En las calles retroceden los policías, en las aulas los
educadores y en los hogares los progenitores. Es la permisividad que fluye del
relativismo ético. El fruto, una Reforma fracasada.
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