En los alegatos en defensa de los uniformados denunciados como violadores de los DDHH destaca el abogado Valentín Ferrada. Sostiene: “son inocentes”… El argumento que esgrime invita a la reflexión. Sostiene que siendo dichos militares son funcionarios de Estado y como tales son becarios de academias estadounidenses donde se les adoctrina en tácticas contrainsurgentes. No viajan a título
personal.
Tras cada uno está una república y el respectivo Ministerio de Defensa. No es el Estado Mayor de cada rama castrense
la que los matricula, por si y ante si, a éstos, por ejemplo, a la Escuela de
las Américas. Hay –sostiene el jurista- una instrumentalización de estos militares
para imbuirse de esa doctrina que involucra el aniquilamiento del “enemigo
interno” y, por ende, la campaña represiva. Se registra, en consecuencia, un
compromiso de Estado.
En la víspera del alzamiento castrense del 11 de septiembre de 1973
zarpa la escuadra chilena con barcos de la US Navy. ¿Era flota invasora? No tal
visita figura en el contexto de un programa de cooperación Washington-Santiago. Dicho de otro modo, tres años de presidencia de Allende no alteraron
para nada los nexos con Yanquilandia en materia castrense. La Operación Unitas
XVI se efectuó el 10 de septiembre. De madrugada regresan nuestros buques a
Valparaíso.
A lo que apunto –y esto lo analizo en mi obra “FFAA: reflexión
permanente”- es que los gobiernos de derecha e izquierda –de un modo u otro- no
logran sacudirse de la tuición noteamericana. Se está ante un proimperialismo
de difícil curación. Continùan los cadetes con sus giras de estudio a EEUU invitados por West Point o, lisa y llanamente, por el Pentágono y la democracia sigue despachando becarios a la Escuela de las Américas.
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