Eso de "género" implica
presentar la sexualidad como una construcción cultural. No sería fenómeno
genético, sino opción asumida en el
contexto del respeto a lo diverso. Se rechaza el fundamento biológico y se
juzga obsoleta la dualidad clásica de lo femenino y lo masculino.
Los generos serían varios. No menos de cinco. Amén de mujer y
varón, estaría el sodomita, la lesbiana, el transexual, el intersexual y hasta
el zoofílico. Hay un parentesco entre los "progres" que representan
esa izquierda caviar o light que vive y muere calcando lo foráneo.
Esos “progres” –drogados de
relativismo ético- impulsan el libre
expendio de estupefacientes y abominan de la censura. Con ello se dió luz verde
a los pornocines y a los pornoshops y “chipe libre” a la chabacanería en la TV.
Estiman un derecho el aborto y cuestionan la estructura clásica de la familia.
Van más
lejos, impulsan los matrimonios homosexual con la prerrogativa de adoptar
hijos. La argumentación es falaz: "así ocurre en los países avanzados".
Vamos entonces imitando. El envoltorio es el afán de la modernidad. Desconcierta
que este paquete venenoso no origine alarma ciudadana
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