En reciente evento en torno a Malvinas (27 y 28.03.12) -patrocinado por la Cámara de Diputados de la República Argentina, discuto off the record con delegado venezolano que se proclama “muy chavista” (sic). Le hago presente la urgencia de liberar las Antillas holandesas. Me manifiesta que son de soberanía de Holanda. Retruco que, con ese criterio, los archipiélagos australes debieran continuar en las fauces del Reino Unido.
En el enfoque de este colega Malvinas, Georgias y Sándwich no se equiparan con Aruba, Bonaire y Curazao. Ello porque antes de la Independencia ya estaban establecidos los tres enclaves hoy de
explotación petrolera y turística. Dicho de otro modo, según se deduce, Venezuela es Venezuela sólo desde la emancipación y por eso quizás tolera a los británicos en Trinidad y Tobago por 150 años.
Chocamos también en lo atingente a la República Saharaui. Opino, “es una minoría marroquí que, digitada desde el exterior, intenta desmembrar”. Replica “los sahuiries no son marroquies. Poseen su propia identidad” Añade: “acatar a Mohamed VII, para ellos sería tan
inaceptable como si en Chile el Presidente fuese argentino": Respondo: “Se equivoca, O´Higgins ofrece la jefatura del Estado a San Martín“.
clausurar el debate. Bolivarianamente, reflexiono: la clave es concebir Iberoamérica como una nación desarticulada o quedarnos con la errónea teoría, según la cual los 23 Estados son 23 naciones.
Comento que matices no autorizan constituir una nación y que la arábiga dispone de sólido fundamento racial y cultural. Reafirmo, “de Irak a Mauritania son árabes y los sahuries, una esquirla de ese conglomerado”. Añado “en lo inmediato, son marroquíes, en lo comarcal, magrebies y nacionalmente árabes”. Argumenta "La República Saharaui
es de izquierda y combate al Sultán por ser un déspota".
Agrego: “ser de izquierda no legitima fragmentar una nacionalidad y menos agudizar su atomización”. El negocio de los imperios –arguyo- es dividir. De nada sirve mi enfoque. Opto por el silencio, para
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