miércoles, 26 de marzo de 2014

ANECDOTA CARIOCA


En 1963 hice una pasantía en Río de Janeiro. Pude  confirmar -como se lo expreso a Julio Fernández  Baraibar- que el gigante verde de Suramérica no es sólo  cocoteros, balonpié y carnaval. Por sobre la Amazonía, Sonia Braga y Pelé hay un gigantesco país y
Limita con todos los Estados suramericanos con la sola excepción de
Ecuador y Chile
un pueblo mulato entonces de casi 200 millones. Aquello respiraba poderío, aunque el carioca no internaliza noción de "potencia". Sin embargo, en pleno entusiasmo integracionista -hoy conservado, pero quizás atemperado porque la empresa la diviso menos fácil- doy un charla en la Universidad Federal. Aire acondicionado, decenas de rostros plurirraciales, garotas deslumbrantes... Expongo la tesis muy a la cepaliana -Herrera, Prebisch, Sanz de Santa María y Mayobre- gasolineada de fervor habanero y con un Jango Gulart en la Presidencia.


 Finalizo y procedo a responder consultas. Se entabla grato diálogo. Quizás no tan intenso como los 40º grados que nos esperan a la salida del paraninfo. Una estudiante muy atractiva  -algo más que veinteañera- cierra el foro con una afirmación entre ingenua y realista. Me resulta extraña a la hebra expositiva y a la filosofía bolivariana sustentada. Expresa: "He escuchado con sumo interés la disertación. También las opiniones vertidas en el debate. Siento que todos se están complicando. Brasil es Estados Unidos. En nada lo perjudica que se añadan a la Unión las otras repúblicas suramericanas"... Quedamos ¡plop!, como dice Condorito y casi sin aire, por efecto de la imperial acotación. El analgésico: no cosecha los atronadores aplausos que temiera. Fue, sin embargo, el punto final de aquella palestra.

No hay comentarios: