sábado, 29 de marzo de 2014

DIPLOMACIA NO ES HIPOCRESIA

Indagaré en mi pasaporte si fue en 1971 o 1972. En La Moneda está Allende. Convenio Cubana de Aviación y LAN Chile. Vuelo inaugural y unos veintitantos catedráticos de la Universidad Nacional de Chile invitados. Arribo a Rancho Boyeros. Traslado al Hotel “Habana Libre”. El Instituto de Amistad de los Pueblos ICAP es el anfitrión. Por “el correo de los brujos” se sabe: es una dependencia del Servicio de Seguridad adscrita al Ministerio del Interior MININT. Los tours son a la soviética, es decir, envasados con rígidos programas y autobuses cuyos desplazamientos cubren de la madrugada a la media noche. Las habitaciones son cada día prolijamente registradas. En cada piso una chivata –“soplona”- controla nuestros pasos. Hay prohibición de invitar extraños. La policía secreta, omnipresente. La población temerosa.

Un día  almorzamos con el embajador de Chile, Juan Enrique Vega. Hasta hoy posee figuración pública. Incluso creo estuvo acreditado en Belgrado durante aquella guerra que genera la desintegración de Yugoslavia.  Se sirven suculentas viandas. El dicho diplomático anhelando posar como más castrista que Castro irrumpe contemplando un plato  “¿qué les parece esta maravilla? Y nos quieren convencer que aquí hay desabastecimiento”. El funcionario del ICAP que comparte la mesa, con  desplante, sin preámbulos, lo rebate manifestando: “Se equivoca, embajador, esto es privilegio de los invitados. Nuestro pueblo está sujeto a amargas restricciones por el bloqueo”. Sin duda, una inolvidable lección de ética patriótica que –por un instante- convierte en mequetrefe al representante del Chile allendista

No hay comentarios: