martes, 26 de febrero de 2013

MEMORIA VIVA


Era la memoria del país. A sus ojos no escapan tirios ni troyanos. Reyes y plebeyos alabaron su pluma mordaz e iconoclasta. Moros y cristianos quisieron destruirlo por sus agudos cuestionamientos  casi siempre certeros. Gracias y desgracias de nuestro país quedan atrapadas en sus artículos, crónicas y libros. Estos superan los 30 títulos. Genio y malgenio de nuestra idiosincrasia. Odiado y admirado. Nadie permanece indiferente ante su  figura y obra.

Escribe sobre condumios y picadas, chincheles y caferatas. Es la voz resucitada de Gardel y el guardián de Huidobro, Lihn, Arenas, Donoso y el estandarte de la Generación del 50. Fue promotor de tertulias culturales, adalid de talleres literarios, guaripola de intelectuales. Ahora ¡ay! me entero que este ingenio de las letras –Enrique Lafourcade- lucha contra el olvido, dura enfermedad que a todos nos acecha. El caso, eso si, es diferente a otros, pues su memoria perdura en lo que escribiera.

Mentessana  ("El Mercurio" - 26.02.2013)

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