En ningún Departamento de Historia de las UU el tema se conoce. Lo que afirmo lo doy firmado ante notario. Allí estarán los catedráticos -en medio de un diluvio de fotocopias- con Leon Homo, Colinwood o Fustel de Coulange explicando un ayer sin raíces y mutilado de presente. No habrán anclado, para nada su atención en la polémica trasandina entre la Presidenta Fernández y el alcalde Macri. La controversia es que la mandataria pretende desmontar el monumento a Colón y poner en su lugar otro que donado por Bolivia con la representación de Juana Azurduy, guerrillera chuquisaqueña de la Independencia... Más allá y por sobre la querella legal pareciera que el asunto encubre el afán "progre" de lapidar nuestras raíces exaltando sólo lo aborigen mientras se borra el legado ibérico.
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Nos preguntamos ¿cómo la patria de Evo con tanta falencia económica se permite obsequio tan millonario? ¿Hasta dónde el contrapunto Fenández-Macri autoriza a "desmontar" la estatua del Descubridor cuya intuición y audacia permiten la incorporación del Nuevo Mundo a la Historia y, específicamente, fundar Hispanoamérica? En la gigantesca Argentina ¿acaso no hay espacio para la instalación de la nueva escultura? El hecho impulsa a recordar que un edil retira de la Plaza de Armas el monumento de Pizarro y por las calles caraqueñas, chavistas esquizoides, hace ya un lustro, arrastran un busto de Colón y que los mexicanos se enorgullezcan que, en su suelo, no hay ningún bronce o mármol que hoimenajee a Hernán Cortés... El Instituto "Dorrego" de Revisionismo Histórico nos debe una opinión sobre la materia.
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