sábado, 11 de junio de 2011

IBEROAMERICANISMO PRACTICO



La tesis bolivariana -es decir, la teoría de la reintegración de nuestra América- motiva una tediosa retorica. Compiten los charlatanes de izquierda y de derecha en orden a destacar su trascendencia. No hay opositores. Nadie se confiesa aislacionista, sino todos adscritos a la doctrina del caraqueño egregio. La acción separa a quienes de verdad fomentan la complementariedad -la minoría- y quienes estiman la fragmentación como fatal e inexorable. Estos son la mayoría abrumadora. Se cuentan con los dedos de la mano aquellos estadistas que, en esta materia, pasan del dicho al hecho.


Constituye un error imaginar que el antimperialismo es sinónimo de praxis integradora. No son raros los gobiernos que, siendo adversos a la intervención de EEUU, evitan generar políticas de alianza con la república vecina. En 200 años Iberoamérica produce ideólogos y militantes de la integración. En Chile -de O´Higgins a Felipe Herrera-hay una continuidad doctrinal de esa índole, pero la Cancillería en cualquier régimen -y Allende no es una excepción- apuesta al excepcionalismo cuya contraparte son FFAA superarmadas y adquisición de artefactos bélicos de aire, mar y tierra.



La excepción -no he investigado el volumen- la pone el México insurgente que apoya a Sandino que, en Nicaragua con su "pequeño ejército loco", resiste la invasión de los marines gringos. En 1929 el general Carlos Ibáñez reitegra a Perú Tacna y garantizando cxon ello varios decenios de paz. Según conversaciones sostenidas con el guatemalteco Juan José Arévalo -durante su Presidencia- Perón despacha en barcos mercantes pertrechos para el ejército de ese país. Mucho más que lo anotado: el caudillo trasandino se juega, en 1953, por el ABC que supone la confederación de Argentina, Brasil y Chile.


En una esfera simbólica que no es menos importante que lo señalado devuelve a Paraguay todas las reliquias y trofeos de la Guerra de la Triple Alianza conservados en museos argentinos. Repudia así, en los hechos, aquella confrontación anglomitrista que destruye una vigorosa república platina. Más aun, ignoro si de rebote o de modo directo, la Casa Rosada de entonces -conducta asumida como propia por Cristina Fernández- da renovado impulso al revisionismo histórico. Tal tendencia, sabemos, posee como una de sus vigas maestras denunciar aquel conflicto como genocidio impulsado por Londres.


Agrupaciones enteras originariamente iberoamericanizantes como el APRA y el PS de Chile, a posteriori, frecuentemente por temor a perder sufragios, se tornan chauvinistas. No apoyan posturas destinadas a descongelar la mutua desconfianza o resentimiento con los Estados vecinos. Guardan silencio ante el armamentismo que encubre negocios turbios de la cúpula y empobrece a la muchedumbre y, sobre todo, genera infundados temores en el vecindario. No se escucha una voz disidente que, al estilo de Jean Jaures o Carlos Leibnecht, se oponga a esa geopolítica que perpetua la fragmentación y la discordia.


Como nunca hoy debemos inspirarnos en el México insurgente, en el Chile ibañista y en la Argentina de Perón en orden a acompañar el iberoamericanismocon hechos. La UNASUR pareciera un escenario adecuado para estapostergada tarea. Exige -como ya se anticipa en noticias de R-P- engenerar un TIAR nuestro con eje en nuestra Patria Grande y no en elPentágono. Esa oficina coordinadora de las FFAA de las veintitantas repúblicas debe renovar los textos de Geopolítica que catequisan a los alumnos de las Escuelas Matrices y Academias de Guerra. Allí se refugia de prenoción de la Patria Chica que bloquea el reencuentro de los suramericanos.

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