lunes, 18 de marzo de 2013

IGLESIA Y NUESTRAMERICA


Una de las sustancias constitutivas de las Patria Grande es el Evangelio. Ese que predican, desde el siglo XVI, a amerindios y mestizos misioneros franciscanos, dominicos, jesuitas... Con ello llegó esa fe que moviliza a millones de la Vírgen de Guadalupe a San Sebastiàn de Yumbel pasando por Lujan, Lo Vàsquez, Andacollo y La Tirana. Es posible  abolir el atraso y la dependencia sin la Iglesia, con la Iglesia, pero la semilla no germina si se intenta contra la Iglesia.

Por eso se aplaude a Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende que supieron cultivar la armonìa con el Episcopado Quizàs el fracaso de Francisco Morazàn y Justo Rufino Barrios, en su pugna por reintegrar Centroamérica, es su adhesiòn al liberalismo anticlerical. No se trata de promocionar una teocracia, sino de valorar el acervo cultural que significa la catolicidad cuyo eje de gravitaciòn hoy se desplaza del Viejo Mundo al Nuevo. Este trascendente viraje lo simboliza SS Francisco I en cuyo pontificado se deposita nuestra esperanza.

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