En "Tolerancia Cero" se alude a la Deuda Histórica cuya condición impaga genera la protesta del magisterio. El comentario de Fernando Villegas es lapidario en orden a señalar que también existe una "deuda académica" de los docentes respecto a la sociedad chilena. A renglón seguido comenta que descuida la lectura, exhibe apatía, no prepara las lecciones, capea de modo sostenido, abusa de las licencias médicas y otras manifestaciones que constituyen la patología del sistema escolar cuyo retrato bosquejo en "Libro negro de nuestra educación". Todo lo manifestado por el citado panelista es efectivo. Implica una catrástrofe para el país. Sin embargo, hay un dato que no alcanza a señalar: el modelo neoliberal convierte la enseñanza en un negocio. Negocio político para el gobierno de turno y negocio económico para los sostenedores.
Hoy -¿habrá que repetirlo una vez más?- el maestro no tiene ahora discípulos, sino clientes. Clientes por los cuales pagan los municipios, el Fisco o las familias (estas se endeudan por el diploma que confiere el colegio o el título otorgado por la U, y el aprendizaje poco y nada interesa). Todo está presidido por el billete. Ello implica el desplome de la disciplina en cada plantel, la supresión de los exámenes (hasta en la Facultad de Medicina hay "eximisiones"), promociones automáticas, chuña de filantrópicos "cuatritos"... suma y sigue. El alumno reprobado es un estigma para el educador. Se le culpa del fracaso porque "no sabe enseñar", motiva insuficientemente, no usa las tics... Siempre hay una apoderada semianalfabeta vociferando, en cualquier Consejo de Curso, que las notas "rojas" derivan del uso de "métodos antipedagógicos" (sic).

Los estudiantes reprobados disponen de remediales. Todo un chiste macabro: pruebas recuperativas, trabajos de "investigación", recalificaciones, reforzamient

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