sábado, 10 de octubre de 2009

CASTELLANO O MAPUDUNGUN

Al finalizar 1994 comienza la euforia de los “copiones” mapochinos por la experiencia escolar española. En la Península se vive, a horcajadas de la Transición, el destape. La democracia se expresa en quemazones del pabellón patrio y la histeria de los particularismos regionales. Eso de “España una, grande y libre” ya se considera una zarandaja del franquismo, se acentúa el terror de la ETA y el afán por "modernizarse" envuelve a la sociedad española. En ese contexto nos visita, en el Ministerio de Educación, donde me desempeño como asesor, una “experta” catalana y catedrática. Según recuerdo, auspiciada por el Banco Mundial.

Dicta una conferencia sobre la reforma educativa ibérica ante funcionarios de esa Cartera. Lo que motiva esta breve crónica es el cierre de su disertación. Muy segura de sí misma manifiesta: “les agradezco la atención prestada. Sin embargo, pido disculpas por no usar el idioma del país, sino el castellano”. Quizás por fatiga nadie repara en el disparate. Constituyo la excepción. Me pongo de pie y expreso: “Discúlpeme la colega española, pero aquí el idioma nacional es el castellano. Me avalan Gabriela Mistral, Pablo Neruda y 15 millones de paisanos”. El silencio que se produce se podía cortar con tijera. Lo altera sólo la invitación a cóctel formulada por el director.

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