sábado, 21 de noviembre de 2009

O´HIGGINS RIQUELME EN LA MIRA

Nuestra miopía chauvinista siempre presenta al prócer con pedestal disminuido. Lo guisan para el consumo interno y, por ende, sin la estatura que tuvo. Porque, igual que la mayoría de los libertadores con la excepción luciferina de Santander, visualiza nuestra América como una Patria Grande. Pensamientos, sentimientos y actuaciones se impregnan de "nacionalismo continental" para usar la feliz expresión acuñada por Joaquín Edwards Bello. Hubo -confirmando la regla, excepciones- y Carrera acusa a O´Higgins de proargentino. Lo es y su admirable amistad sin sombra con San Martín así lo verifica. También es properuano y proboliviano. Esas tres simpatías conosureñas no invalidan, sino vigorizan su condición de chileno chilenísimo. No hay incompatibilidad, sino complementación entre el genuino patriotismo chileno y otro de amplitud hispanoamericana.

La trayectoria del prócer ofrece comentarios no tradicionales. No se trata de reiterar lo ya anotado en los textos escolares de Historia Patria, sino de reflexionar sobre detalles que son curiosos y, al mismo tiempo, significativos. Si un jefe de Estado -por el motivo que fuere- es excluido del Poder, se habla de "destitución", "deposición", "dimisión" o, simplemente, "renuncia". O´Higgins es el único que, según se expresa, "abdica". Se alude entonces como segmento de su biografía el teatral acto de abrirse la guerrera y ofrecerse para que lo juzguen. Lo cierto es que enfrenta un golpe de Estado "blando", es decir, incruento. La "fronda aristocrática" lo liquida. No sólo eso. Arrestado es conducido a Valparaíso. Allí es custodiado "bala en boca". Apenas se puede se le embarca en el primer velero rumbo a Callao.

Insuficientemente reseñado es su triunfo en la Capital. En un país centralista O´higgins emblematiza la victoria de un provinciano sobre el círculo dorado de la oligarquía santiaguina. No sólo eso, también representa un temprano embrión de los sectores medios que reclaman preponderancia en los asuntos públicos. Poco se comenta que es único soldado que ostenta los más altos rangos en tres Ejércitos, el de Chile, Argentina y Perú. Se comenta sucintamente que apenas está en Lima acude a poner su espada al servicio de Bolívar. Si hay una referencia al respecto es para manifestar que el héroe caraqueño "no lo pesca". Lo cierto es que hay desaire alguno para el ilustre desterrado. Recuérdese que la batalla de Ayacucho la capitanea Antonio José de Sucre.

Nuestros docentes, autores de textos e incluso historiadores ignoran dos decenios de la vida del libertador. Dan por finalizada toda referencia en 1823 con la ya referida "abdicación". Después O´Higgins para el estudiante y el ciudadano se evapora. Eso quizás derive de imaginar a Chile como el ombligo del mundo. Lo cierto, es que fallece en 1842 y hay dos decenios en los cuales se mantiene activísimo y en un escenario continental. Aplaude a Freire por la liberación de Chiloé. Será un crítico sostenido del régimen pelucón que se instaura después de Lircay y Ochagavía. Defenderá el derecho a integrarse que poseen los "Perúes", es decir, adhiere a la Confederación Perú-Boliviana y es asesor de Andrés Santa Cruz.

Este capítulo de un O´Higgins adversario de Portales y de Prieto es ocultado. En Santiago, como réplica, se le califica de "huacho maldito". Se opone a las maquinaciones bélicas del pluriministro estanquero y moverá todo su influjo por la concordia entre Santiago y La Paz. Deplora el estallido de las hostilidades y apoya con energía el Tratado de Paucarpata suscrito entre el jefe expedicionario Manuel Blanco Encalada y el líder confederal. Nuestra cancillería -"siempre tan respetuosa" del Derecho Público Internacional- desconoce validez a ese documento. Desintegrado el ensayo crucista en Yungay el general Gamarra convertido en Presidente del Perú ordena la confiscación de insignias, medallas y condecoraciones confederales. Una está en el pecho del héroe de Chacabuco... Se niega a entregarla y afronta las potenciales sanciones.

Sus labores agrarias son dinámicas y originales. Su vida conyugal, inexistente. Racialmente, según descripción de la británica María Graham, es la de un mestizo consolidado. Lo blanco de su rostro -legado de irlandés de su padre- contrastan con el resto de su estructura corporal que ya evidencia la mezcla iberoindígena, la herencia genética de su progenitora. Engendra a Demetrio quien echa raíces en Perú. De ese retoño surge una progenie afroperuana que ostenta el apellido O'Higgins. No logra acogida en la representación diplomática de Santiago en Lima. El pigmento negro y la extracción humilde induce a nuestros blancoides embajadores a cerrarles la puerta y no aceptarlos como lo que son.
De su bolsillo financia gira de un conferenciante mexicano Juan de Dios Cañedo que promueve la tesis bolivariana. Eso no es todo, insiste en vida y hasta en su lecho de muerte en ocupar el Estrecho de Magallanes. Ello no -como algún patriotero diría- para adelantarse a Argentina, sino para evitar que ese estratégico paso entre ambos océanos sea ocupado por una potencia extracontinental. Recuérdese que entonces los barcos están impedidos de surcar el mar de Drake y que aun no está abierto el Canal de Panamá. Hoy ante el huracán de peruanofobia aquí y de chilenofobia allá, es nutritivo recordar que apenas desembarca es recibido como hijo predilecto por Perú y los peruanos. Se le obsequia confortable caserón solariego en Lima y la hacienda "Montalbán". Estos gestos -entre otros- siempre lo impulsa a manifestar "Soy chileno por cuna y peruano por gratitud".

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