Centenares de abortistas irrumpen el jueves 25 de julio del año pasado en la Catedral de Santiago. Se celebraba misa. Destrozan confesionarios, pintarrajean altares e imágenes, lanzan basura mientras profieren groserías. Los fieles presentes impiden que la profanación alcance el altar mayor. Entrevistada la líder del abortismo -Isabel Cárcamo- explica que el atropello es producto de la rabia generada en la gente por la oposición de la Iglesia a la ley que promueve la interrupción del embarazo.
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CEDECh no es confesional. Bajo su bandera conviven personas de diversos credos e incluso agnósticos. Por esa misma razón en este 1er. aniversario de la profanación cobarde -en nombre del pueblo chileno abrumadoramente católico- reiteramos nuestra mortificación por aquellos actos innobles. Ofenden la fe de millones de compatriotas y nos exhiben ante el mundo como una sociedad fragmentada por el odio. La ocasión es propicia para formular nuestro apoyo al Episcopado.
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