domingo, 14 de octubre de 2018
Reportajes
El Mercurio
Si me apuran, yo diría que, para un estudiante de un liceo de Peumo, un estudiante del INBA vestido con overol blanco que lanza molotovs y lanza bravatas al que se cruce en su camino es tan "zorrón" como el tipo que le anda tirando la 4x4 a medio mundo mientras acelera curado por la Costanera Norte.
La voz "zorrón" se utiliza en Chile para definir a un personaje usualmente joven, usualmente cuico, usualmente montado en un auto de marca, usualmente dependiente económicamente de su papá, usualmente bueno para el carrete y que usualmente se define con las "4P": "perro, papá, pichanga, piscola".
Aunque ustedes me van a decir que los colegiales que patearon en el suelo a un carabinero hace algunos días no eran estrictamente "zorrones", yo les intentaré demostrar que sí lo eran. Porque no es necesario ser ABC1 para ser un "zorrón". Este tipo de personajes infumables habita en todos los estratos.
Piensen ustedes en el carabinero pateado en el suelo. Es un joven de 25 años, apenas un poco mayor -8 o 9 años- que los adolescentes que se ensañaron cobardemente con él. Estudió en un liceo municipal de la comuna de Peumo que obtuvo 498 puntos promedio en la PSU. El colegio de los que patearon al carabinero, el Internado Nacional Barros Arana (INBA), ponderó 564 puntos en la PSU. El liceo del cabo agredido, el Ignacio Carrera Pinto, no se conoce por tener exalumnos famosos. El INBA, en cambio, ha producido presidentes de la República, oficiales de alto rango de las FF.AA., premios nacionales y empresarios acaudalados, como los que donaron millones de dólares para reconstruir su edificio después del 27-F.
La comuna donde estudió el cabo Raúl Quintanilla es tres veces más pobre que la comuna donde estudian los muchachos que lo patearon en el suelo.
No hay que ser adivino para suponer que el futuro de un estudiante promedio del INBA de Santiago se ve más promisorio que el de un estudiante promedio del Ignacio Carrera Pinto de Peumo.
Volvamos a los "zorrones". La característica esencial, la que los define, es que son individuos que hacen lo que se les da la gana porque nadie les pone límite. A eso hay que agregar que se sienten en un cierto estado de superioridad, por poder económico, o político, o social. Y también les gusta llamar la atención, por la manera en que hablan, en que se visten o por los accesorios que ostentan.
Si me apuran, yo diría que, para un estudiante de un liceo de Peumo, un estudiante del INBA vestido con overol blanco que lanza molotovs y lanza bravatas al que se cruce en su camino es tan "zorrón" como el tipo que le anda tirando la 4x4 a medio mundo mientras acelera curado por la Costanera Norte.
Esos dos tipos de "zorrones" piensan solo en sí mismos, son buenos para capear clases y les gustan las diversiones extremas, que desafíen el peligro.
No me vengan con cuentos. Al cabo Quintanilla, a ese muchacho de Peumo que juró defender el orden y la patria, lo agarraron a patadas unos santiaguinos "zorrones" que van a seguir en lo mismo hasta que alguien les ponga límites.
¿O no, perrito, pichanga, piscola, papá? Sííí, poh, perro.
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