Fallece hace un cuarto de siglo en Lima… Me refiero a la dama Blanca Franco de Anaya. Madre de prole numerosa y distinguida. Su primogénito, Eduardo Anaya Franco, cultiva nexos, en los 60, con Chile. Aquí culmina –como becario de San Marcos- sus estudios de sociología. En la pequeña gran historia contemporánea de Latinoamérica debe anotarse que el hogar de esa egregia peruana es oasis de hospitalidad. Ella recrea -en la Unidad Vecinal Nº 3- aquel clima grato que Perú brindara a O´Higgins, nuestro primer exiliado.
En horas de alegría y de amargura su limeñísimo hogar se abre para peregrinos de las diversas provincias de nuestro “mundo ancho y ajeno”. Hora mochileros en pos de aventura. Luego refugiados políticos que huían de dictaduras. Numerosos fueron los chilenos. Los recepciona con hospitalidad cristiana y por sobre cualquier pequeñez sectaria. Hoy sobrevive en el recuerdo de quienes disfrutaron de su afecto sincero y, de modo metafórico, depositamos sobre su tumba un copihue con motivo del 28 de julio, Día Patrio de Perú.
En horas de alegría y de amargura su limeñísimo hogar se abre para peregrinos de las diversas provincias de nuestro “mundo ancho y ajeno”. Hora mochileros en pos de aventura. Luego refugiados políticos que huían de dictaduras. Numerosos fueron los chilenos. Los recepciona con hospitalidad cristiana y por sobre cualquier pequeñez sectaria. Hoy sobrevive en el recuerdo de quienes disfrutaron de su afecto sincero y, de modo metafórico, depositamos sobre su tumba un copihue con motivo del 28 de julio, Día Patrio de Perú.