Hay quienes descartan el uso del adobe en la faena de reconstrucción. Argumentan: lo edificado con tierra aprensada se desmoronó con el terremoto. Si es por eso también deberíamos prescindir del cemento y el hierro porque también rascacielos quedaron inservibles o inclinados. Superar carpas y medias aguas obliga a regresar a lo tradicional sobre todo en comarcas rurales. Lo otro es caro, lento y desidentifica. Basta meterse a Internet para informarse como, en toda Iberoamérica, se perfecciona ese tipo de material y hoy se alude al adobe sismorresistente. Ello se logra mediante técnicas sencillas que estimulan la autoconstrucción y, por ende, capacitan a centenares en labores de ingeniería rústica. Con eso nos zafamos del asistencialismo fiscal y, lo que no es menos importante, se alfabetiza tecnológicamente a personas sin oficio. El retorno al adobe abarata costos, apura la casa digna y educa en tareas de arquitectura simple.
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