Se expresa "todo finado es bueno". A quien abandona la "residencia en la tierra" se le cubre de elogios. Hay que hacer excepciones. Se aleja de este "mundo cruel" Luis Corvalán. Su partido -"la vanguardia del proletariado..."- da pelea para que el velorio sea en el recinto histórico del Congreso Nacional. Es la vieja devoción parlamentarista del PC. Se cumple, aunque sea post morten. Nada de ceremonias fúnebres en la CUT. Debe ser allí donde funcionara el Poder Legislativo. Podrá criticarse a la burguesía, pero nuestro PC es adicto a figuración y privilegios que asegura el rango de diputado o senador. "Don Lucho" -para la beatería comunista o "Patitas Cortas" para sus adversarios- no escapa de ese embrujo.
Lo conocimos y muy bien. Por eso se manifiesta: ha muerto un obsecuente lacayo del imperialismo soviético. Habrá quienes ignoran, quienes perdonan y quienes callan su funesta trayectoria. Al infrascrito le resulta imposible porque conoció a este "soviethincha" como se autobautizara. No lo puede perdonar ni siquiera en artículo mortis. Supo del ejercicio de la hipocresía y el despotismo al interior del PC local. Entre sus "chistes" macabros figura ocultar hasta donde puede el Informe de Kruschev donde se denuncian los genocidios de Stalín, aplaude la ocupación de Budapest por las tropas del Ejército Rojo y el aniquilamiento de la "primavera de Praga" en Checoslovaquia. Obvio suscribe la tesis de la "soberanía limitada" emanada de Moscú.
Se deberá añadir que está con los invasores rusos que arrasan Afganistán y -junto con la Marín- en el equipo de quienes no logran entender el derrumbe de la URSS. En 1973 opta por el repliegue y no acompaña a su "amigo" Allende en la defensa del la UP. Prefiere la fuga. La emprende igual que jacobinos incendiarios como Garretón y Altamirano. Sin embargo, le es imposible asilarse en una representación diplomática. Se esconde en modesta casa de afiliado. Allí permanece"fondeado" bajo un catre junto a "un sanguche de pernil, un botellón de tinto y una pelela". Igual lo atrapan los servicios de seguridad. Logra el privilegio del canje y vuela de Zurich a Moscú. De entonces hasta ayer durante decenios dispara sobre Pinochet.
Con la cúpula del "heroico Partido" hará una y mil campañas por los DDHH. Hay que ser muy "rostro de cemento" para ello. Eran los mismos vulnerados en Rusia y la RDA y los mismos que violaba al interior de su tienda partidaria en nombre del centralismo democrático y la disciplina comunista. Ese es el cinismo de Luis Corvalán que no excusamos ni siquiera al borde de la tumba. Menos se le disculpa que anhelara transformar a Chile en república satélite de la Unión Soviética. Su condición de liberticida y de rusófilo fervoroso originan estas líneas condenatorias de quien emblematiza -durante toda una época- a una agrupación totalitaria y extranjera escudado tras los nobles ideales de Luis Emilio Recabarren.
Lo conocimos y muy bien. Por eso se manifiesta: ha muerto un obsecuente lacayo del imperialismo soviético. Habrá quienes ignoran, quienes perdonan y quienes callan su funesta trayectoria. Al infrascrito le resulta imposible porque conoció a este "soviethincha" como se autobautizara. No lo puede perdonar ni siquiera en artículo mortis. Supo del ejercicio de la hipocresía y el despotismo al interior del PC local. Entre sus "chistes" macabros figura ocultar hasta donde puede el Informe de Kruschev donde se denuncian los genocidios de Stalín, aplaude la ocupación de Budapest por las tropas del Ejército Rojo y el aniquilamiento de la "primavera de Praga" en Checoslovaquia. Obvio suscribe la tesis de la "soberanía limitada" emanada de Moscú.
Se deberá añadir que está con los invasores rusos que arrasan Afganistán y -junto con la Marín- en el equipo de quienes no logran entender el derrumbe de la URSS. En 1973 opta por el repliegue y no acompaña a su "amigo" Allende en la defensa del la UP. Prefiere la fuga. La emprende igual que jacobinos incendiarios como Garretón y Altamirano. Sin embargo, le es imposible asilarse en una representación diplomática. Se esconde en modesta casa de afiliado. Allí permanece"fondeado" bajo un catre junto a "un sanguche de pernil, un botellón de tinto y una pelela". Igual lo atrapan los servicios de seguridad. Logra el privilegio del canje y vuela de Zurich a Moscú. De entonces hasta ayer durante decenios dispara sobre Pinochet.
Con la cúpula del "heroico Partido" hará una y mil campañas por los DDHH. Hay que ser muy "rostro de cemento" para ello. Eran los mismos vulnerados en Rusia y la RDA y los mismos que violaba al interior de su tienda partidaria en nombre del centralismo democrático y la disciplina comunista. Ese es el cinismo de Luis Corvalán que no excusamos ni siquiera al borde de la tumba. Menos se le disculpa que anhelara transformar a Chile en república satélite de la Unión Soviética. Su condición de liberticida y de rusófilo fervoroso originan estas líneas condenatorias de quien emblematiza -durante toda una época- a una agrupación totalitaria y extranjera escudado tras los nobles ideales de Luis Emilio Recabarren.
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Foto 1: homenaje de acólitos.
Foto 2: en el sobaco del amo.
Foto 3: en la "clandesta".
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