El Premio Nacional de Ciencias de la Educación se confiere por trayectoria destacada en el ámbito de la docencia y producción creativa en la esfera pedagógica. Mi desempeño en ambos rubros cubre decenios y ha sido objeto de reconocimientos. De por medio hay títulos y grados, labor -"donde las papas queman"-, es decir, en aula y no atrincherado en oficina, material didáctico y obras de teoría educativa nutridas de lo criollo y ajenas al plagio. Laboro, principalmente, en el ámbito de la preparación magisterial. No es menos importante la publicación de notas en la prensa. Ello constituye una modalidad de enseñanza de masas. He procurado siempre que el pupitre esté comprometido con lo patrio y distante de modelos foráneos que acentúan nuestra crisis de identidad. Esto impulsa a la Universidad Arturo Prat para proponerme al dicho galardón -en ceremonia efectuada en la Biblioteca Nacional- el 16.O3. Las presentes líneas se las merecen mis lectores, colegas, exalumnos y estudiantes. Desde otro ángulo, juzgo necesario explicar a la ciudadanía el sentido de mi postulación.
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