Es apenas una adolescente. 12 o 13 años, pero su intuición y coraje salva a centenares en el archipiélago de Juan Fernández. Allí sin sofisticado instrumental y ajena a confortable oficina apenas se sacude su modesto hogar en la madrugada del sábado 27 deduce que vendrá como réplica el maremoto. Marcha a la 
plaza y agita el badajo de una campana. Alerta así a otros isleños y estos trepan los cerros. Luego vendría la marejada destructora. Martina -con puro ñeque y sentido común- salva a su pueblo y lo más notable: se yergue el 8 de marzo como paradigma. Así el Día Internacional de la Mujer cosecha una nueva heroina en remotas islas del Pacífico sur. Sin duda, un orgullo que exaltamos como ejemplar.
plaza y agita el badajo de una campana. Alerta así a otros isleños y estos trepan los cerros. Luego vendría la marejada destructora. Martina -con puro ñeque y sentido común- salva a su pueblo y lo más notable: se yergue el 8 de marzo como paradigma. Así el Día Internacional de la Mujer cosecha una nueva heroina en remotas islas del Pacífico sur. Sin duda, un orgullo que exaltamos como ejemplar.
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