A los senadores Allamand y Matthei que han asumido el rango de ministros de Estado los sustituyen personeros "designados" por las tiendas de uno y otro. Tal recambio lo efectúan cúpulas santiaguinas. Esa maniobra quizás sea legal, pero se juzga ilegítima y corrupta. Un directorio opera de espalda a la masa de afiliados y también ignora a las respectivas regiones que eligieran a tales exparlamentarios. Tampoco se considera a los candidatos que, en la jornada electoral, al obtener un segundo lugar son derrotados, pero recepcionan sufragios. En suma, si de oligarquías se trata examinense las camarillas que manejan todos los partidos políticos. Hablan de democracia y, sin embargo, la vulneran: ¡una vergüenza!
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