El racismo aun es baldón de EEUU. Conmueve la prédica de Malcom X y de Martín Luther King. Perdura el aplauso a John F. Kennedy. Estuvimos contra el KKK. Se deplora que la epopeya de Lincoln quedara inconclusa. Aquí, en cambio, se sostiene, no existe el apartheid... No era así. Amén del clasismo con raíz económica padecemos el racismo con fundamento genético y hay una odiosa pigmentocracia. Nadie la denuncia, salvo Joaquín Edwards Bello y Benjamín Subercaseaux.
En la capital se estructuran dos países: Lindolandia y Feolandia. La frontera es la Plaza Italia. Hacia el oriente: “la gente linda”. Al poniente, “el perraje”. La privatización de la estructura escolar acentúa el quiebre: esa escuela pública soñada como crisol “de los hijos del palacio con los hijos del taller” de moribunda pasa a cadavérica. El Servicio Militar Obligatorio -programado como ámbito de homogeneización- también fracasa. Son reclutas sólo los “machucados” y hoy los más “machucados”.
En la 8ª y 9ª Regiones el mapuche es la víctima de ese racismo. Es el desquite de los mestizos, es decir, de los Machuca. Si son despreciados por los caucásicos, dicho de otro modo, por los Infante, ellos desprecian al aborigen. Lo mismo ocurre con nuestros morochos sargentos y cabos en el regimiento. Caen como cuervos sobre el recluta araucano cubriéndolo de mofa por su apellido y estampa. No sólo se le priva de su suelo, sino se les descalifica.
No es sólo ahí. En la 1ª y 2ª Regiones el macizo andino está poblado de la progenie de quichuas y aimaraes. Son la expresión de la andinidad en Chile. Cuando bajan a la costa los esperan las puñaladas de nuestro solapado racismo. En los planteles escolares se les arrincona. Son estigmatizados como“llamos” y, particularmente, “paitocos” y emparentados con bolivianos y peruanos. Los furiosos blanquistas son morenoides criollos. Hasta los vástagos de euroinmigrantes se permiten tal infamia.
La inmigración –no la europea- sino la proveniente de Perú es víctima de la xenofobia. Se puede enseñar que en Argentina viven 500 mil chilenos y que en Chile apenas hay 67 mil peruanos. Insistir que O´Higgins es acogido como hijo en Lima tanto que anota “Soy chileno por nacimiento y peruano por gratitud”. Igual perdura la gonorrea racista y posee hondas raíces en los grupos más modestos. Se origina en el oropel de la Guerra del Pacífico y aflora con los compases de “Adiós a 7º de Línea”.
Se nos ha desmembrado en lo horizontal convirtiendo un continente en archipiélago y cada republica en isla y entre las veintitantas: un océano de odio. También se constata un desmenuzamiento en lo vertical. Cada sociedad se escinde no sólo en clases, sino también en etnias. Los medios de comunicación –ayer el cine y hoy la TV- glorifican lo caucásico y denigran lo criollo. Se debe higienizar el psiquismo colectivo de toda nuestra América. El racismo no es sólo chileno.
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