Ante una prueba o un examen -e sabe- la memoria es sustantiva. Dicho de otro modo, los conocimientos, valores y destrezas deben retenerse y practicarse. Lo importante es evitar el olvido. Nuestro nombre y domicilio es lo primero que la madre enseña. El retoño aprende estos datos, es decir, los asimila, dicho de otro modo, los "memoriza" Esto vale también para los números del rut, del fono y de la cuenta bancaria...
¿Acaso saber no es recordar? No obstante, el sólo oir el vocablo "memorización" produce náuseas a educadores bisoños y alumnos perezosos. Lo censurable, obvio,es la memorización mecánica, repetir sin "ton ni son". No se promueve lo que podríamos etiquetar "papagayismo". Paso previo es el comprender. Lo antecede la audición, la observación y la lectura.
Si en el aula algo se enseña es para incorporarlo y no para -en función de la amnesia estudiantil- olvidarlo. En el contexto de la campaña contra la "memoria" está el abandono del aprendizaje de poesía y la declamación. Tal tarea vigoriza la memoria junto con perfeccionar la dicción y generar desplante. Ese abandono es otra víctima que deja en su trayectoria una Reforma escolar fracasada.
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